Después de casi cuatro años del desaguisado de Marco Toh Euán, como presidente del organismo estatal de derechos humanos, se viene la próxima designación del titular de la Comisión de Derechos Humanos.
La guerrita mediática ya empezó con el rumor de que Judith Rodríguez, la todavía diputada y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Poder Legislativo, mediante la clásica componenda y cuchupo –a la usanza de la infame grilla- sería la próxima titular.
Triste, muy mal que se normalicen con tanto cinismo y descaro, los acuerdos “políticos” más siniestros para que con toda normalidad se designe a quien venga a dirigir una institución que otrora tuviera cierta importancia para la sociedad.
Y para qué rayos entonces se abre la convocatoria –sólo una pantalla- que tramitará bajo los procesos más incongruentes, viciados y manipulados, una designación que a toda la clase política le place ventilar como un tema sucio e infame y alejado de lo técnico y escrupuloso.
Qué importa que el proceso esté contaminado, que el proceso de designación sea violatorio del derecho de acceso a la justicia, qué importa que la convocatoria se dirija sólo a terceros como agrupaciones políticas y asociaciones civiles y no a quienes aspiran (a las personas), qué importa que otros poderes metan la mano en el proceso cómo se les pegue la gana, total, la institución seguirá hundiéndose cada día más y el derecho subjetivo de las personas esté violentado por ser ignorados en la convocatoria, qué importa que quien se quiere imponer, sea actualmente juez y parte. Finalmente, los organismos de derechos humanos, desde tiempo hace que son parte del botín más ruin de la grilla.
Algo apesta en Dinamarca, como el drama trágico de Hamlet de 1601, no hay duda de que algo fétido se está cocinando como cada cuatro años en el Poder Legislativo. O le pediremos a los Reyes Magos que sean algo prudentes y respeten el proceso para designar y elijan conforma la Ley de Transparencia, aunque sea por esta vez.