Por Mario Castillo
Si bien a Sara Latife Ruiz Chávez, le tocó salir corriendo para no ser crucificada por los maestros de Quintana Roo, a José Alberto Alonso Ovando correspondió recibir la estela del desastre ocasionado por su antecesora y una Reforma Educativa emanada de la federación; así como otros asuntos de índole local que han impedido se acorte ese abismo entre la autoridad educativa y la docencia.
El reloj está a punto de detenerse para la actual administración estatal, y el mensaje de las y los profesores quintanarroenses es del todo factor negativo en el desempeño del hasta hoy titular de la Secretaría de Educación y Cultura del Estado, a pesar de que el arte de la simulación diga lo contrario.
Y si existen dudas u opiniones encontradas, basta con echar un vistazo al voto de castigo que la clase magisterial dio a su autoridad el pasado 5 de junio, que incluso arrojó al partido Nueva Alianza la pérdida de su registro ante el Instituto Electoral de Quintana Roo. Les fue más cómodo regalar su voto al bloque opositor que seguir encumbrando la ficticia egolatría que hiede al interior de la SEyC.
Sin embargo, contra todo lo que se ha visto, llámese manifestaciones, plantones, marchas y hasta una que otra muestra del extenso y florido lenguaje mexicano, José Alberto Alonso Ovando presume que en estos cerca de 6 años ha tenido la oportunidad de “construir con los sindicatos y otras fuerzas de lucha y resistencia”, aunque nunca aclaró qué es lo que ha construido durante su estancia por la dependencia.
Alonso Ovando -sin reserva alguna- habla de una Secretaría de “apertura y de acercamiento para que todas las gestiones y todos los trámites, pero sobre todo la salvaguarda de los derechos de los compañeros se puedan dar”.
Y es que a pesar de que en muchas ocasiones los docentes de la entidad han denunciado en las redes sociales y ante los diferentes medios de comunicación que su voz no es escuchada y que la respuesta a sus demandas no se cristaliza, la SEyC afirma lo contrario.
“Tenemos compañeros aquí en Quintana Roo que si protestan, si marchan, si están en su lucha contra la Reforma Educativa, se les respeta mucho primero porque son maestros, y segundo porque también en su lucha pudiera haber situaciones que tendrían que mejorarse por parte de la autoridad”.
“Por lo tanto nosotros estamos también en contacto con algunos de ellos, con todos, tratando de tender los puentes suficientes para poder reunirnos y ver cómo podemos construir para una mejor educación para Quintana Roo y para México”, dijo el Secretario de Educación y Cultura en entrevista con los medios.
No obstante –como un simple ejemplo-, Alonso Ovando olvido que esos “puentes” no lograron proteger los derechos laborales de aquellos profesores que, valga la redundancia, “en defensa de sus derechos laborales” se rehusaron a presentar la Evaluación al Desempeño Docente y hoy están fuera de las aulas ya que la “autoridad educativa” no fue capaz de “construir” otra vía de “apertura y acercamiento”.
El telón bajará en escasos días, y al igual que sus antecesores, el paso de José Alberto por la SEyC no será más que otra historia de lágrimas y risas. Lo importante será ver quién ríe o quien llora al último ya que la Reforma Educativa sigue su curso, y los maestros siguen en su lucha. Pero esa parte de la historia ya no estará en la bitácora del aún funcionario educativo, que ante la catástrofe de su partido está destinado al exilio político.
¿Seguirá existiendo ese abismo entre la autoridad educativa y la clase magisterial de Quintana Roo? ¿Tendrá el nuevo gobierno la capacidad de tender verdaderos puentes para acortar distancias? ¿Serán por fin los sindicatos de la educación en el estado una verdadera vía para la defensa de los derechos de los docentes, o seguirán siendo serviles a los intereses de sus dirigentes?