*Líderes de colonia y damas de élite fueron motivo de un escenario de lágrimas y risas
Por Mario Castillo Rodríguez
El panorama que se observa hoy en la capital del estado entre las cúpulas priistas dejó entrever el controvertido paradigma de equidad de género y desde luego, hizo latente la similitud entre el nuevo y el viejo priismo que como única permuta en estas últimas décadas destaca la llegada de jóvenes figuras a sus filas, más no así la partida de sus añejas y amañadas prácticas.
Y es que en las añejas y/o nuevas danzas de esta tribu la diferencia sectorial y social siempre ha estado muy marcada por quienes están a la cabeza del partido, la enorme brecha sigue latente y los privilegiados por el nivel económico siguen siendo los “primeros”, mientras los “últimos” son aquellos que nacieron con el sello de la pobreza a cuestas.
Lo deprimente es que en un solo y adelantado propósito denominado Celebración del Día Internacional de la Mujer se tuvieran dos sedes distintas, y ya que hablamos del género femenino llamemos las cosas cual corresponde, pues mientras las “primeras” gozaron en un ambiente climatizado de un desayuno ostentoso en el Centro Social Bellavista, en un evento presidido por la secretaria general del CEN del PRI Ivonne Ortega Pacheco y ante la presencia de las presidentas de los DIF municipales, legisladores locales y federales; las “últimas” fueron objeto de burla y desprecio por la ex gobernadora yucateca.
Y aunque no faltó por ahí uno que otro que vagamente comentó entre labios “Así es la política”, lo cierto es que en este juego no tenía cabida dicha observación por demás ofensiva y que por mucho fue en atento a la estabilidad del tricolor capitalino, pues las “primeras” fueron tratadas como damas de élite en un escenario donde se habló de “paridad” y no discriminación, mientras las “últimas” (líderes de colonia y seccionales), fueron tratadas cual peones de batalla que en la encomienda de conseguir victorias carecen de derechos para recibir lauros.
Esa es la lectura que todos percibieron en la plaza Luis Donaldo Colosio, en la “Casa del Pueblo” que fue despreciada por la elitista Ortega Pacheco. Una mujer que deja en claro que el sudor y los olores de la prole no forman parte de su apretada agenda, y que en la excusa de ésta dijo claramente que prefiere hacer política en el paradisiaco polo turístico de Cancún, que en los patios traseros de la sede del PRI estatal.
Pero la respuesta no se hizo esperar, las “últimas” gritaron a viva voz su descontento y no faltó una valiente representante que en uso de la palabra pidió equidad, pidió justicia y dejó en claro que no permitirán seguir siendo objeto de burla, porque para ellas esta acción no fue más que una inexcusable burla, producto de la poca sensibilidad y de un latente elitismo que dio la pauta una vez más para que la militancia palpe de que están hechos aquellos que están a la cabeza del priismo mexicano, quizá todos a nivel de Ivonne Ortega.
Sin embargo, la plaza Luis Donaldo Colosio fue fiel testigo de los discursos mediáticos de las mujeres políticas chetumaleñas, que en afán de justificar este acto discriminante quedaron cual serviles lacayas de un partido por el que “muchas” trabajan pero que en el reparto de las ganancias sólo favorece a unas cuantas.
Y es que aquí vale la pena dejar muy en claro que sin las “últimas”, el tricolor carecería de la fuerza que hoy tiene en Quintana Roo, sin ellas no se hubiera logrado el carro completo en el pasado proceso, ni mucho menos estuvieran en el pódium esas damas de élite que en la excusa expusieron sus debilidades e incluso no faltó una que otra arrebatada que en franco mensaje de sus aspiraciones futuras dijo al sexo opuesto: “caballeros, empiecen a temblar”.
Habrá pues que ver cómo se mueve el escenario en los últimos meses para conocer las reacciones de esas, las “últimas”; a las que hoy desprecian, a las que hoy dejaron vestidas y alborotadas, las mismas que quisieron engañar con amargo trozo de pastel y refresquito, pero que conocen a bien su trabajo y si mal no estoy darán sorpresas al PRI en los próximos procesos.
Sobra mencionar la frase “Entre mujeres podemos despedazarnos pero jamás nos haremos daño”, pues las cúpulas consideran que las palabras entrega y nobleza son sinónimo de estupidez, pero me atrevo a asegurar que no es así. “Ya veremos… dijo un ciego”.
En tanto el tiempo transcurre, vale la pena señalar que no se puede construir una democracia en medio de diferencias. No se vale (frase que hizo eco en los patios del PRI estatal), no se puede hablar de alianza por la paridad, mucho menos de equidad de género, cuando se navega con bandera de divisionismo, cuando se desprecia y se discrimina. Ni que decir de pagar una obligada cuota de 250 pesos para poder ir a ver a Ivonne Ortega Pacheco, para desayunar con ella.