Por: Gabriel Aarón Macías Zapata
En las próximas elecciones de junio de 2021 se estará jugando el futuro de lo que resta del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, en las que se renovará la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, 30 congresos locales y 1900 ayuntamientos y juntas municipales. La oposición organizada en partidos políticos, en agrupaciones civiles como el FRENA y grupos de intelectuales, coinciden en que este proceso es elemental para establecer un contrapeso político al poder ejecutivo y al dominio de Morena en el congreso.
Entre tanto, los aludidos consideran que es necesario sostener el predominio para concretar los proyectos de la Cuarta Transformación.
En Quintana Roo se elegirán los representantes de 11 municipios y los del congreso, además que los resultados de la elección definirán, en cierta medida, el tablero político en vísperas de elegir en el 2022 al suceso del gobernador Carlos Joaquín. Es así, qué a menos de un año de los comicios de 2021, se advierte un incipiente escenario político que caracterizará a la contienda por los puestos públicos. Aunque ya existen ciertos movimientos y golpes bajos al interior de los partidos en pos de las candidaturas, hasta ahora quienes han contribuido a preparar el teatro de operaciones son el presidente AMLO y el gobernador Carlos Joaquín.
A este propósito, desde la toma de posesión López Obrador a diario ha insistido sobre los compromisos de campaña que lo condujeron a la victoria: el combate a la corrupción y a la pobreza, el fortalecimiento del sector de la salud, la problemática energética, la lucha contra el crimen organizado, el neoliberalismo y la denominada mafia del poder, entre otros.
También aprovecha para estigmatizar a sus contrincantes, a los que llama conservadores. Insiste en comparar como se hacían las cosas en el pasado y como se están haciendo en el presente. Tanto así, que la oposición ha insistido en que el mandatario haga a un lado la campaña política presidencial y mejor se dedique a gobernar.
Cierto o no, estos temas seguirán siendo citados por AMLO toda vez que fueron compromisos de campaña. Además, ante la ausencia de trabajo y proselitismo de parte de Morena, quién parece conducir la dirección del programa político es el mismo presidente. A diferencia de las elecciones pasadas en las que algunos candidatos morenistas ganaron por el efecto AMLO, debido a que el tabasqueño también participó en la elección; en esta ocasión y sin menospreciar que algunos candidatos morenistas tienen la capacidad para competir por sí mismos, ahora ante la ausencia de López Obrador en las boletas se trata de impulsar el mismo resultado.
La coyuntura que en los últimos días favorece a esta estrategia es la extradición de Emilio Lozoya, implicado en el caso Oderbrecht, y que ha ofrecido revelar casos de corrupción entre los que sobresalen políticos del PAN, y quienes presuntamente recibieron sobornos para la aprobación de las reformas estructurales peñistas. Varios eran senadores entre 2013 y 2016 y, aunque algunos ya no militan en este partido, en aquel tiempo eran colaboradores cercanos a Felipe Calderón como Roberto Gil Zuarth, Javier Lozano y Ernesto Cordero, además de la aún panista, Mariana Gómez del Campo.
También se han mencionado gobernadores panistas como Francisco Domínguez, de Querétaro, y al de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca. Más cercano a nosotros, el titular de la UIF, Santiago Nieto Castillo, señaló a Carlos Joaquín González, debido a que durante la elección que lo llevó al triunfo hubo millonarios depósitos que Oderbrecht realizó al ex titular de Pemex, Emilio Lozoya. Aunque no queda claro si hubo beneficios directos de la empresa para la campaña política del actual gobernante; de cualquier manera, la simple mención ya es un argumento utilizado por la oposición para estigmatizar a la administración joaquinista y al partido blanquiazul. Un instrumento que la oposición está usando para contrarrestar estos rumores, es el video de hace 5 años en el que el hermano del presidente, Pío López Obrador, recibe paquetes de dinero para financiar a Morena.
Lo que resulta evidente es que, ante la parálisis parlamentaria y la escasa promoción política del PAN y del PRD, el gobernador Carlos Joaquín ha tomado la batuta política encaminada hacia los próximos comicios. Para ello reforzó el área de comunicación social al nombrar a Carlos Orvañanos Rea, un político panista que estuvo muy activo durante el sexenio de Felipe Calderón. A partir de entonces la presencia del gobernador en las redes sociales se ha incrementado y ha sido el encargado de informar e instruir a la población sobre el desarrollo de la pandemia; mientras que la secretaria de salud, Alejandra Aguirre, se ha remitido a publicar mensajes en Twitter.
También se han visto inserciones pagadas en las redes sociales y otras patrocinadas por empresas en las que se difunden reconocimientos de la CEPAL y la OPS en materia del manejo de la pandemia. Se proporciona un enlace de un medio de comunicación nacional pero no el de las instituciones que lo otorgan. Además, se informa sobre la entrega de despensas a lo largo de la entidad, situación que contrasta con algunos comentarios de los usuarios de las redes, por no haber obtenido ningún beneficio o por ser insuficiente.
En este contexto, la relación entre el ejecutivo federal y el gobernador quintanarroense se ha visto marcada por varios sucesos que expresan un velado estira y afloja y que en ocasiones se acerca a la mutua colaboración y en otras revelan ciertos desacuerdos políticos, mismos que pueden ir acumulando efectos sobre el electorado.
De este modo, debido al apoyo de la población a la construcción del Tren Maya, el gobernador acudió a la ceremonia en la que AMLO dio inicio a la obra. Con esto, la autoridad local refrendó el impulso que ha dado al proyecto, pero además confirmó ante los ciudadanos su participación en estos trabajos, y que, de establecer los talleres en Chetumal, creará numerosos empleos en el sur del estado.
Es necesario recordar que durante su campaña Carlos Joaquín anunció impulsar el desarrollo de esta zona, promesa aún no cumplida. Tampoco hay que minimizar que esta región proporcionó una gran cantidad de votos al ahora gobernador, al grado que se dice que obtuvo el triunfo gracias a estas aportaciones. Ahora más que nunca, urge dar una esperanza a este electorado. La cuestión es que quizás gran parte de los ciudadanos vean en el presidente al principal promotor del ferrocarril, quienes en el 2018 votaron masivamente a favor del tabasqueño.
El mandatario local también ha hecho política en el seno de la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional (GOAN), agrupación que a mediados de junio emitió un posicionamiento sobre las crisis sanitaria y económica por las que atraviesa el país. Sin mencionar al gobierno federal llaman a construir un contrapeso político y evitar el regreso a una supuesta república monárquica. A todos aquellos que sienten preocupación y enojo por las políticas públicas del presidente se presentan como una alternativa posible, aseguran que: “¡si hay de otra! Si es posible evitar la ruina”.
En el caso de Carlos Joaquín, parece haber adoptado una ambigüedad selectiva. Si bien se negó a aceptar el INSABI, tal como lo hicieron varios gobernadores panistas; en otro escenario es consiente que uno de los proyectos emblemáticos de AMLO, como el tren maya, se posicionará en Quintana Roo como un aliciente para evitar precisamente la ruina. Quizá, esta sería la razón por la que ha guardado silencio sobre el pronunciamiento de la directiva nacional del PAN, de solicitar la cancelación de las grandes obras del presidente con el objetivo de utilizar los recursos para enfrentar la pandemia.
Otro hecho que llama la atención es que a mediados de junio tuvo lugar una reunión de la GOAN en Guanajuato, en la que se acordó solicitar a la federación un nuevo pacto federal para obtener mas recursos. AMLO definió la petición como un acto político en vísperas de la próxima elección y aprovechó para contrastar su política de austeridad con los gastos excesivos e inútiles de los miembros de la GOAN. Aclaró que a cada estado se le envían las partidas correspondientes y si no les alcanzaba el presupuesto, les recomendó “ajustarse el cinturón” en vista de que para asistir a la reunión la mayoría rentó vuelos privados.
Entre los mencionados estaba Carlos Joaquín quien rentó un taxi aéreo, el más grande de todos, un Hawker 800XP. Sin pérdida de tiempo el mandatario aclaró que el servicio fue pagado con recursos de su cuenta bancaria personal. Esto quizá para evitar suspicacias debido a que se dio a conocer que en tres meses el estado acumuló una deuda de 18 mil 944 millones de pesos para hacer frente a la pandemia. Recordemos que AMLO también hizo referencia al endeudamiento al que estaban recurriendo los gobernadores panistas. Lo grave del caso de Quintana Roo es que el monto adquirido comprometió en un 86% a las partidas federales, dejando un raquítico margen del 14 por ciento destinado al gasto operativo, de nómina y proveeduría. Esta situación podría explicar el porqué de las declaraciones de AMLO sobre el posicionamiento político de la GOAN y la rápida respuesta del gobernador sobre la renta del avión privado; y cuyos actos al final se traducen en una forma de hacer política.
Sobre este incipiente escenario, esperamos el 7 de septiembre cuando inicie el proceso electoral de 2021, en el que se definirán los candidatos y arrancarán las campañas políticas. Seguramente los aspirantes a puestos públicos de los diferentes partidos, enriquecerán con sus aportaciones a la oferta política y, de seguro, también harán lo propio para el intercambio de los dimes y diretes. Mientras tanto, el ejecutivo federal y el estatal ya aportaron ciertas bases sobre las que algunos cimentarán sus propuestas políticas, así como en el contenido discursivo.