Por: Gabriel Aarón Macías Zapata
El México la pandemia obligó a preparar el escenario para enfrentar la crisis de salud, así como planear la estrategia para evitar mayores daños a la economía. Tanto así que ambos elementos se han entrelazado, ya que la reactivación económica sostenible dependerá del descenso de los contagios.
Aún con la presencia del virus se ha visto cómo numerosos pequeños negocios se las han ingeniado para procurar el sustento. Muchos han recurrido a las ventas en línea, anunciando sus servicios y productos en las redes sociales. Otros han dado un giro a su actividad, por ejemplo un fabricante de ropa deportiva ahora se dedica a confeccionar cubre bocas. También, con el objetivo de adaptarse a los mandatos del semáforo rojo, algunos abandonaron las actividades no esenciales por un negocio esencial.
La mayoría de los que han logrado restablecer su economía, toman las debidas precauciones sanitarias porque saben que el consumidor aparte de requerir del consumo de sus mercancías, a su vez se preocupa por proteger su salud. De esta manera, aquellos negocios que ofrezcan seguridad sanitaria pueden ser los que más puedan sobrevivir a esta contingencia. Así somos testigos que en estos niveles a diario se construye una nueva normalidad.
Quizá en este plano cotidiano lo que más interesa es procurar el sustento sin importar las ideologías y las tendencias del desarrollo económico y que pueden marcan el destino de la nación. Sin embargo la construcción de una nueva normalidad en el nivel macroeconómico se ha visto envuelta en la lucha política y económica y hasta hoy se distinguen dos posturas dominantes. Entre ellas podemos citar la de los empresarios miembros de los organismos patronales más poderosos del país, así como la del gobierno federal que se ha dado la tarea de combatir al neoliberalismo, y del que asegura, ha favorecido a una cúpula empresarial a costa de la mayoría. Esto significa que existen dos visiones encontradas de lo que en un futuro inmediato será la normalidad en la era post pandemia.
Para entender hacia adonde iríamos, Naomi Klein, autora de La doctrina del shock, en donde revela cómo el neoliberalismo se impone a través del miedo y la violencia; ha insistido que en el contexto de la contingencia: “las élites aprovechan estos momentos para aprobar reformas impopulares que agravan las divisiones económicas y sociales. Pero también suponen una oportunidad de cambio”. Lo primero sucedió en la epidemia de H1N1, en la que Felipe Calderón elevó impuestos y adquirió deuda para combatir la pobreza y atender la contingencia de salud. Entre tanto, la segunda opción es impulsada por el gobierno federal, al promover la reactivación económica de manera diferente al esquema neoliberal. De ahí la frase del presidente López Obrador, de que la crisis sanitaria cayó como anillo al dedo, al dar oportunidad para impulsar los cambios que se propuso desde su campaña política.
Durante el período de Felipe Calderón los efectos de la crisis financiera mundial se sintieron a finales de 2008 con la caída del PIB de -0.8%. Tras la aparición del H1N1 en 2009, el desplome fue en promedio del -5%. Además, adquirió deuda pública hasta alcanzar un aumento del 24.5% y llegar a los 4.8 billones de pesos. En plena epidemia agregó un 2% adicional por 105 mil 469 millones.
Aparte de atender la emergencia sanitaria, bajo una visión neoliberal el recurso fue utilizado para apoyar a las grandes empresas ligadas a la exportación. Para compensar la baja de la tributación empresarial mientras el país se endeudó, el rescate hacia arriba fue financiado por el aumento del IVA al 16 por ciento. Con ello los ciudadanos debían contribuir al pago de la deuda pero no todos tendrían los mismos beneficios. El embudo neoliberal permitió generar riqueza en la cúspide, mientras los salarios se mantuvieron bajos con el pretexto de evitar la inflación. Una vez que transcurrió la emergencia, se rindieron cuentas alegres macroeconómicas, en tanto la promesa de bajar los beneficios hacia la microeconomía jamás se cumplió. El regreso a la normalidad neoliberal era real, así como el aumento de la desigualdad económica.
En el marco de la actual pandemia, Naomi Klein también aclara: “La gente habla sobre cuándo se volverá a la normalidad, pero la normalidad era la crisis”. Para la mayoría de los mexicanos el neoliberalismo se traducía en un trance insuperable, más aún porque los trabajadores perdieron beneficios con la reforma laboral que instauró el outsourcing.
La estrategia del presidente López Obrador para reactivar a la economía consiste en estimular al mercado interno desde abajo, al destinar ahora los recursos a las clases populares mediante programas sociales con el objetivo de acelerar la demanda a favor de las PYMES, a las que se han otorgado créditos. El financiamiento de esta estrategia saldrá, en parte, de un préstamo del Banco Mundial por mil millones de dólares que ya estaba previsto en el presupuesto de 2020, y que no se solicitó para hacer frente a los efectos de la pandemia. Al respecto, el gobierno federal aclaró que esta operación no representa una deuda adicional, sino que se encuentra en los límites del techo de endeudamiento externo aprobado por el congreso en la Ley de Ingresos de la Federación para este año.
A diferencia cómo se hizo con los préstamos adquiridos por Felipe Calderón durante la epidemia del H1N1, el gobierno obradorista se comprometió a no elevar o imponer nuevos impuestos. Se asegura que el recurso se obtendrá de la austeridad, el recorte presupuestal puesto en práctica a partir de mayo y la colocación de bonos. Adicionalmente, hasta el 17 de junio el SAT logró recuperar 30 mil 327.9 millones de pesos de grandes empresas deudoras del fisco como Walmart, FEMSA, IBM, Toyota, América Móvil y Minera Fresnillo. Estos rezagos se venían arrastrando desde los sexenios de Calderón y Peña Nieto, gobiernos que además otorgaron amnistías fiscales y que se traducen en la condonación de estas deudas.
La derrama económica se agilizará creando empleos con las obras del Tren Maya, Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, entre otros, y cuyos insumos serán adquiridos a las grandes empresas relacionadas con la construcción. Aunque es prematuro insinuar resultados, ¿se podrá construir una normalidad diferente, inclinada hacia un Estado de Bienestar Social? En caso de superar la empantanada crisis neoliberal entonces los cambios podrían contribuir a una división de la historia nacional, en una etapa anterior al covid-19 (AC-19) y en una después de la pandemia (DC-19). En caso de cumplir la meta, la ruptura histórica entre el neoliberalismo y el proyecto obradorista dará forma y contenido a la cuarta transformación, haciendo más visible el antes y el después.