Nicolás Lizama
La arribazón al “Mar Caribe” comenzó a la una de la tarde.
Habían peces gordos y otros que no llegaban a tanto.
Era un miércoles con la rutina rota en el bar con mayor pedigrí en la capital del estado.
Manuel Valencia, fue de los primeros en llegar, junto con Arturo Contreras, secretario de Gobierno.
Luego hizo lo mismo Félix, quién, raudo, fue a checar si aun no habían tirado su fotografía.
¡Uff!, exclamó cuando vio que ahí estaba, colgando de un clavo en la galería de personajes distinguidos.
Jesús Martínez Ros, siempre tan pragmático, siempre yendo tan al grano, no perdió tiempo y no bien se había sentado cuando pidió una copa de Appleton, su trago favorito.
Enseguida entró Joaquín Héndricks, quien mirando de reojo a Valencia, se quitó el brillo de la cada vez más amplia frente y puso cara de “si traes suficiente billete en los bolsillos, en ningún sitio eres personaje non grato”.
¡Me caigo al mar!, escupió Manuel Valencia cuando lo vio traspasar la puerta.
Y así fueron llegando uno a uno tan distinguidos personajes.
Por fin, hizo su arribo Carlos Joaquín, el anfitrión.
El primer “listillo” que abordó en privado al gobernador -nunca faltan, independientemente del nivel de la reunión-, fue Hendricks.
Tuvo que intervenir don “Chuchuluco” cuando vio que se lo estaban agandallando con el tiempo.
“Ya pediste muchas cosas, no nos vas a dejar nada”, soltó don Chucho a bocajarro.
Las carcajadas brotaron espontáneas.
Alguien propuso una primera foto de ex gobernadores.
Luego vino la fotografía en conjunto, la que causó tanto revuelo y una que otra taquicardia en las redes sociales.
Félix, oportunista, cual debe (sabe que camarón que se duerme se lo lleva la tiznada) soltó: “gobernador, en su mensaje, usted convocó a la unidad y aquí estamos para lo que indique”.
Don Chucho, vivillo como siempre, aprovechó para recitar muy orondo su eslogan: “Pues yo los invito a hacer todos, todo por Quintana Roo”.
Alguien cercano a Raymundo King, creyó escuchar algo parecido a “pero si hay una lanita, pues más ganas le metemos a eso de hacer todo por Quintana Roo”.
El Jefe del Ejecutivo notó que Félix le hacía el feo al cebiche.
“Soy alérgico al marisco”, juró y perjuró medio compungido el cozumelita.
Enseguida le trajeron un platón con rodajas de queso de bola, que, ¡chomp, chomp!, engulló con singular enjundia.
Félix, por cierto, rompió con su sana costumbre de tomarse nada más una cervecita. Varios se extrañaron de que le metiera cuatro a la panza.
Don Chucho, contumaz maromero del verbo, inició con los discursos (faltaba más)
Hizo una remembranza de sus tiempos y recordó cuando Luis Echeverría le echó el ojo para ser el mero macuco al frente del Estado.
“Gracias a Dios, no existía la Contraloría”, le faltó decir al muy pícaro, para que se desgranara un estruendoso ¡ja, ja, ja! por todos lados.
El “Mero-mero”, en un momento dado, ya cuando todos tenían el “buche” rebosando, le reconoció a Arturo Contreras la iniciativa de juntar a los ex gobernadores.
El presidente del Congreso del Estado, Gustavo Miranda, destilando envidia, le dijo al titular del Poder Judicial que era un privilegiado, que era lindo tener enfrente de su oficina a la bahía, pero que era mejor contar también con el “Mar Caribe” al otro lado.
Al final, un “pez gordo” comentó muy en corto: “estuvo buena la reunión, hay que hacer otra, pero con menos pájaros en el alambre”.
Ya avanzada la penumbra de la noche, fue un bohemio exquisito, el histórico don Chucho, ya medio “fumigado”, el último en abandonar el tradicional recinto.