Nicolás Lizama
Por lo visto varios de los que pronto serán ex alcaldes son unos verdaderos mentecatos. No se han tentado el corazón para incrementar el monto de su fortuna y dejar las finanzas municipales a borde de un abismo.
La vox pópuli, por lo visto, nunca se equivoca. En su tiempo, esos alcaldes serán encuerados por los que vendrán a ocupar el puesto, al menos eso es lo que espera la ciudadanía que votó por ellos.
Y ellos, aparentemente, no se dan por enterados, no hacen acuse de recibo y por el contrario, van de evento en evento, aun cuando no inauguran nada porque las finanzas no lo permiten, si sueltan discursos glamurosos dando a entender que la intención de ellos-¡snif!-, era perpetuarse en la élite gobernante.
La desfachatez es la “virtud” que los exonera (piensan ellos). La mitad de los que están reunidos en los eventos piensan: “que poca m…emoria tienes”. Pese a todo, a ellos nada los incomoda. Un político que se precie de serlo, sabe leer en los ojos del tipo que tiene enfrente. Y ellos saben que en varios de los cientos de pares de ojos que los miran muy atentamente, hay infinidad de recriminaciones. Ellos, sin embargo, buenos para la pantomima, buenos para la actuación, abren sus brazos de par en par, elevan los ojos al cielo y clarito puede oírseles recitar aquella frase inmortal del vate Amado Nervo: “¡Vida, nada me debes!¡Vida, estamos en paz!”.
Los aun alcaldes, por lo visto, tienen amplia cola que les pisen. Lo deduzco por lo que de ellos se habla desde hace tiempo. Lo intuyó por la forma en que el alcalde electo y su gente de confianza los acusa cuando sienten que el agua le llegará al cuello apenas tomen posesión del cargo. Lo imagino por lo tan bien avituallados que quedarán luego de terminar el trienio que les tocó en gracia.
De finanzas el que esto escribe poco sabe. No tiene, por lo tanto, idea de cuánto puede llevarse a la bolsa un tipo de estos que tiene en sus manos el poder del municipio que le ha tocado administrar. No imagina, en cuestiones de millones, cuánto le cambia la vida a estos tipos que ingresan con severos problemas económicos y al final se van con los bolsillos rebosando de dinero. Estoy igual que usted, todo esto me rebasa.
Varios, los muy cínicos, no tuvieron la suerte de que los reemplazara algún amigo o algún compañero de partido. Y eso los puso en capilla. Esa mala suerte los colocó en el vil filo de la navaja. Esa desgracia los puso en la punta de la lengua del nuevo alcalde, quien no dudará en mencionarlos cada que sienta que se lo está llevando la tiznada ya que financieramente no podrá cumplir con los compromisos adquiridos en campaña.
Y entonces, qué remedio, esos alcaldes mentecatos, cada que les echen la culpa de las desgracias municipales, verán la forma de saltar a la palestra y amenazar a medio mundo. Bueno, los que puedan. Los que puedan quejarse de que son perseguidos políticamente, los que al menos tendrán chance de esgrimir que por el color de la camiseta que llevan son lapidados sin piedad alguna.
Porque eso sí, los muy cínicos, siempre negarán haber quebrado las finanzas municipales. Y es tanta la desfachatez, que hasta hacen que sus incondicionales vayan pregonando que están listos para resistir cualquier auditorio que les venga encima.
Es bueno eso de que los alcaldes venideros evidencien la actuación de quienes estuvieron antes en el cargo. Nos harán, no descubrir, sino confirmar que algunos ex alcaldes se sirvieron con la cuchara grande, y no contentos, querrán seguir explotando la ubre.
De todo hay en la viña del señor, de eso no queda duda alguna.