Nicolás Lizama
El Tour Mundial del Voleibol Playero, que se inaugura hoy en la ciudad de Chetumal, es un acontecimiento de primer nivel del que vale la pena estar pendiente.
Es de los sucesos que, en serio, le dan relevancia a la ciudad capital, tan ninguneada siempre en lo que respecta a los eventos de trascendencia, ya no digamos internacional, sino nacional.
El Tour, es un evento deportivo que ya quisieran albergar muchas ciudades con mayor infraestructura que la nuestra. Lo cual pone a la ciudad en boca de mucha gente, incluso de sus mismos habitantes, entre quienes –¡hágame usted el favor!- hay voces disconformes por dicho acontecimiento.
Alguna vez, alguien que conocía muy bien la idiosincrasia de quienes cohabitamos en el terruño, acuñó una frase que quedó esculpida para la historia: “No hay peor enemigo para un chetumaleño, que otro chetumaleño”.
Y vaya que ejemplos al respecto han habido con regular frecuencia.
Se han escuchado voces de que el evento en mención está de a oquis, que no contribuye a la promoción de la ciudad, que alguien se está agandallando con el dinero, etc., etc.
En mi muy modesta opinión –y vaya que a veces la modestia me llega hasta las narices-, la ciudad necesita con mayor frecuencia eventos como el que hoy, por fortuna, se presume ante el mundo entero.
El que el Tour haya quedado en manos de un personaje que no cuenta con un prestigio muy transparente en el manejo de los billetes, que digamos, no le quita un ápice de importancia al evento. Se supone que hay ojos avizores del gobierno del Estado muy pendientes de que el cuestionado servidor público no le hinque la uña al presupuesto (es lo menos que podía esperarse, que alguien estuviera ojo al chícharo para evitar cualquier desaguizado).
La verdad, para los que de veras saben de cuestiones deportivas, este es un platillo que hay que aprovecharlo. Un manjar que no hay que mirarlo u olerlo solamente, sino que por el contrario, hay que degustarlo con la avidez de un sibarita.
Bienvenidos más “platillos” como este.