*El hoy presidente municipal de José María Morelos no ha cumplido una sola de sus promesas de campaña
Por Mario Castillo Rodríguez
En estos últimos años, con la transición de poder PRI- PRD-PRI, José María Morelos, gracias al cuestionado proceso en la toma de decisiones políticas, ha perdido esa magia que le caracterizaba como un pueblo con plena visión a futuro.
Haciendo un poco de historia, hace más de tres años, en vísperas de la salida de Félix González Canto de la gubernatura del Estado, las fuerzas políticas de oposición al Tricolor vieron en Domingo Flota castillo la coyuntura perfecta para encajar en la sociedad morelense, y dado el deplorable trabajo realizado por el entonces alcalde priista Otto Ventura Osorio, y la debacle por la que atravesaba la “primera fuerza política de Quintana Roo”, el Partido de la Revolución Democrática se alzó victorioso en José María Morelos, así como en otras municipalidades.
Y así, por segunda ocasión Flota Castillo tuvo la encomienda de gobernar al municipio en mención, con una visión de servicio y de trabajo más profunda, pero con las mañas más agudizadas.
Y en franca osadía, Domingo se lanzó al latrocinio de lo poco que administraciones pasadas dejaron a su alcance, y si bien la obra pública tuvo un auge considerable en su administración, lo cierto es que era la única manera de tener acceso a los recursos etiquetados por la federación, para darles la voraz pellizcada.
Pero poco duró el gusto para una oposición que no contaba con el resurgimiento del dinosaurio. El PRI, también en franca osadía, derrochó recursos a diestra y siniestra en la pasada campaña local intermedia, e hizo uso de esos añejos dotes que durante décadas le han valido triunfos en las contiendas electorales para recuperar los espacios perdidos en la Entidad.
Así es, viciadas y majestuosas prácticas que aterrizan en victoria segura, sin importar que el candidato sea un perfecto desconocido para la sociedad, un don nadie venido a menos, o un perfecto inútil que desconoce el terreno que camina. Y si esto tiene algún parecido con la realidad que llevó a la victoria al hoy presidente municipal de José María Morelos, Juan Parra López, es acertada coincidencia.
“Parrita”, como acertadamente le llaman ya no por ser la versión “patito” de su hermano Germán, sino por lo diminuto de sus acciones y capacidades políticas, tuvo la suerte de ser el abanderado del PRI, y llegó a la silla gracias a la fuerza del partido que hoy le cobija, más no por el carisma de su persona, porque es del dominio público que él ni como tesorero municipal, ni como diputado local, ha sido del agrado de una sociedad que siempre se ha sentido despreciada por él, una sociedad que para “Parrita” no es más que aquel escalón que se pisotea en aras de cumplir aspiraciones políticas; carne de cañón en tiempos de campaña.
Como Tesorero municipal fue frío y despiadado con los empleados del municipio a quienes trato peor que gatos. Y como diputado, siempre tuvo una política de puertas cerradas, su paso por la XIII Legislatura del Congreso del Estado, fue tan pobre como la respuesta que siempre dio a la gente que tocaba la puerta de su cubículo en busca de un apoyo o gestión.
Hoy como Primera Autoridad Municipal, Juan Parra no ha dado señales de vida en cuanto a beneficios para la sociedad, sus baterías se han enfocado a repartir posturas a sus allegados, a pagar las facturas pendientes de campaña y a proyectar esa efímera carrera política que hoy cree ya en franco avance.
Aquellas promesas hechas a las y los morelenses, en las que en campaña ofreció retomar los programas de vales de tortilla, de despensas, habilitar vehículos de traslado médico para las comunidades, más y mejores vialidades, banquetas, alumbrado público, recolección de basura, etc., etc., nada, simplemente nada, ni una sola acción de su palabra empeñada –que a decir de la sociedad carece de valor-, ha sido cumplida.
Y esto no sólo deja mal parado a quienes mantienen plena cercanía con él (los que forman parte de su equipo de trabajo), sino a su jefe político el Gobernador Roberto Borge, quien cada día pone total empeño en llevar y gestionar beneficios para los quintanarroenses, mientras sus esbirros se dan el lujo de perder en tiempo en desgastes políticos anticipados, en repartir el botín.
Y hablando de aquellos que conforman el equipo de trabajo de “Parrita”, en la próxima entrega daremos cuentas de los alcances, capacidades, discapacidades y osadías de jóvenes figuras que por llevar un apellido reconocido en el municipio, ya creen tener la mesa servida. ¡Demasiado verdes para ser mangos!
Sirva el mensaje para aquellos adelantados, que ya reparten la cosecha de una milpa que apenas van labrando. Y como dijera el extinto Raúl Velasco, ¡Aún hay más!