Por Mario Castillo
Dos grandes frentes se verán las caras en el proceso de renovación de la Dirigencia Estatal del Partido Nacional en Quintana Roo, donde la competencia real será entre el presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado, Eduardo Martínez Arcila, y el secretario de Gobierno, Francisco López Mena.
El pasado lunes, el semáforo panista marco luz verde para quienes aspiren al cargo, y aunque muchos nombres pudieron integrar las listas del proselitismo estatal, solo los chetumaleños Juan Carlos Pallares Bueno y Mario Rivero Leal, quedaron para disputar la silla mayor del PAN en el estado.
El primero, es uno de los cuadros formados a la diestra del ex dirigente panista Martínez Arcila, que han sumado fuerzas con los diputados Mayuli Martínez Simón, Eugenia Solis, Jesús Cetina Tejero y Fernando Zelaya Espinosa; así como del cancunense René Ciceros, y otras figuras de ese instituto político como la propia diputada federal Patricia Sánchez Carrillo.
Todos ellos alineados por el Diputado Presidente, y afines al proyecto de mantener el control del panismo en Quintana Roo, de cara a las elecciones del 2018 como antesala de lo que sigue. Es claro que con la batuta en la mano, y con el poder ganado en el pasado proceso electoral, Eduardo Martínez y sus aliados llevan marcada ventaja.
Tampoco hay que pasar por alto que la disciplina a la que se ha “sometido” Juan Carlos Pallares en los últimos años, así como la relación que mantiene con la mayoría de los panistas de la entidad, le dan cierta ventaja respecto a su adversario.
En el caso de Mario Rivero Leal, este llega con el respaldo indirecto del secretario de Gobierno Francisco López Mena, a través de la figura de Joel Espinosa. A este grupo se suma la isleña Alicia Ricalde Magaña, Sergio Bolio Rosado, y otros panistas como es el caso particular de Jessica Chávez García, que no tiene una postura clara dentro del partido.
Si bien el peso político de López Mena favorece las intenciones de Mario Rivero, su falta de lealtad hacia los mismos militantes del Partido Acción Nacional le coloca en el lado angosto del camino de cara a la elección que tendrá lugar la primera semana de diciembre.
Y no hay quien diga lo contrario, pues todos catalogan al famoso “Chiqui Drácula” como un personaje que no conoce principios ni de respeto a la palabra empeñada. “A todos nos ha prometido posiciones dentro del partido, incluso regidurías, pero solo nos utiliza para sacar raja y luego se olvida”, comentó uno de sus más cercanos seguidores.
Lo cierto es que la desventaja no sólo la marca el mismo Rivero Leal con su incómoda conducta al interior del panismo quintanarroense, sino el peso político que hoy representa el grupo que respalda a su opositor Juan Carlos Pallares. Un frente como el que hoy lidera Eduardo Martínez, difícilmente podrá desplazarse, aún y cuando del otro lado de la calle Francisco López Mena y su artillería, hagan el intento de ganar terreno.