Playa del Carmen.- El arribo de la ex panista Cristina Torres Gómez a Morena deja de manifiesto que en la actualidad la política únicamente sirve para saciar intereses personales y no para buscar el beneficio del pueblo, como se presume debería de ser.
¿Con qué calidad moral podrá Cristina Torres pedirles el voto a los solidaridenses ahora para Morena, si en el 2016 y 2018 lo pidió para el PAN? Pues con ninguna. Y nos atrevemos a asegurar que la mayoría de los ciudadanos la abandonarán porque simple y sencillamente se trata de una ilógica acción, las ideologías entre ambos partidos se encuentran de esquina a esquina: Morena representa la izquierda recalcitrante y el PAN, la derecha pura, cuya doctrina se antepone a programas sociales preelectoreros.
Resulta obvio que con risorio movimiento, Cristina Torres se está quemando su última pizca de dignidad política -si es que la tenía-, porque además de traicionar a miles de personas que la ayudaron para ganar la presidencia municipal de Solidaridad en el 2016 y se la volvieron a jugar en su derrota del 2018, esta dando la espalda al proyecto político que le «mató el hambre» y «mordiendo» la mano a quien le debe su corta carrera política.
Seguramente Cristina Torres y sus asesores dan por descontado que de manera automática obtendrán el respaldo de los seguidores de Morena y del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), situación que dudamos mucho. Porque Cristina trae tatuadas las iniciales CJ en todo su cuerpo. Ella es o era el verdadero proyecto político del gobernador, Carlos Joaquín González, y si algo tienen los playenses, es apreciar o despreciar tremenda barbarie.
Resulta obvio que Cristina Torres no tendrá el respaldo de los verdaderos morenistas o lopezobradoristas que radican en Solidaridad, porque ahora le cobrarán todas las ofensas y deslealtades que desde el 2016 recibieron por parte de esa presidenta municipal que sólo escuchaba a los panistas, a los empresarios más poderosos del municipio y manejaba los intereses del municipio bajo los «caprichos» del gobernador Carlos Joaquín.
Hoy Cristina Torres echó otra palada de tierra sobre el ataúd político de Quintana Roo, el mismo donde desde hace varios años yace el cuerpo que «mataron» esa improvisada camada de políticos fuereños que sin amor ni compromiso con los quintanarroenses busca seguir guiando su destino.