Nicolás Lizama
Las redes sociales son crueles, demoledoras. El clásico monstruo de mil cabezas. Si hago público que equis candidato es un chingón, en seguida, sin decir agua va, sin concedérseme el último deseo, como humanamente corresponde a cualquier fulano con rumbo al patíbulo, me crucifican.
Pero qué tal si pongo que equis candidato es un veleta, uñas largas, chismoso, incumplido, y mil lindezas más, hasta un monumento me ponen en la mejor glorieta de la ciudad.
¡Ouch, las redes sociales, tan %&$”%& con esos demócratas que luchan a brazo partido por convertirse en el estadista que ingrese ipso facto a la galería de hombres ilustres de la veinte mil veces heroica San Caralampio!. (Sin sarcasmo, je, je).