PUNTO EXACTO POR JULIAN PUENTE
En los últimos días, la muerte de Fátima, una niña de tan solo siete años de edad que fue violada, torturada y sus restos tirados en una bolsa en un calle de Tláhuac, ha ampliado la crisis de los feminicidios en México en donde las autoridades parecen ser los únicos culpables en el aumento alarmante de mujeres y niñas asesinadas; sin embargo el fondo del tema a va más allá del escritorio burocrático, también es necesario mejorar la comunicación y educación desde el seno del hogar. Estamos en un país que con números en lugar de rostros intenta informar, además de que tenemos un sistema de justicia inundado de impunidad donde la poquísima justicia que llega es a cuentagotas. Recordemos que apenas la semana pasada la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión intentó procurar justicia a las mujeres con el aumento a las penas por feminicidio y abuso sexual contra menores de 15 años, pues consideraron que las sanciones actuales no frenan estos delitos.
De acuerdo con una publicación del Centro de Estudios para el Logro de la Igualdad de Género de la Cámara de Diputados, el feminicidio infantil es una subcategoría del feminicidio íntimo, aquel que ocurre en el hogar y es perpetrado por padres, hermanos, tíos o algún otro familiar y en menor medida por las madres. De un año a otro, el feminicidio se incrementó 9% al pasar de 891 en 2018 a 976, en 2019. En el caso del aumento de penas muchos se preguntan si servirá de algo que los hombres reciban más penas cuando ya asesinaron a una mujer, es cierto la cárcel funciona para que ese criminal no vuelva a dañar a otra mujer, pero las autoridades están dejando pasar ,muchas aristas las cuales son mucho más importantes que los años de cárcel y me refiero a que como él presunto feminicidio hay muchos más afuera a los que no les ponemos atención. Priorizamos el castigo, pero no están hablando del tema de la prevención y mucho menos de la reparación de daños para nadie, para las familias de la víctima y del victimario, para esas madres que se quedaron sin sus hijas y que sufren a sus hijos, porque la familia del victimario también forma parte de esta sociedad y no pensamos en ellos para reconstruir este tejido, el cual cada día que pasa resultará más difícil volverlo a armar.
Lo que es una realidad palpable es que en México el feminicidio no se investiga y que muy pocas personas lo toman en serio. No obstante, algunas voces tratan de hacer visibles a las mujeres: quiénes son, el vacío que dejaron, los sentimientos que muchas familias enfrentan. Otro factor es confrontar a las autoridades que poco hacen por dar respuesta a las familias, ya que se muestran indolentes y no tienen ningún interés por solucionar los crímenes. El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados violentos contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de niñas y mujeres. En nuestro país son asesinadas aproximadamente entre 7 a 8 mujeres todos los días y la saña con la que las exterminan es cada vez mayor.
En México, existen criterios establecidos en el artículo 325 del Código Penal Federal para determinar un feminicidio. Por ejemplo, que la víctima presente signos de violencia sexual; que tenga lesiones o mutilaciones; que haya antecedentes de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar por parte del sospechoso; que haya existido una relación sentimental, afectiva o de confianza con el sospechoso; que la víctima haya sido incomunicada; que el cuerpo de la víctima haya sido expuesto o exhibido en un lugar público; entro otros.
Ante lo anterior considero dos situaciones; la primera sería la urgente necesidad de visualizar, denunciar, investigar y, sobre todo, prevenir el feminicidio. Para iniciar este camino debemos estar conscientes de que no es que las alertas de violencia de género fallen más bien son las autoridades las que no sirven y en segundo seria que desde el hogar y las aulas se trabajen en estos temas y se brinde una educación general sobre lo que es bueno y lo que es malo.