Chetumal.- De nueva cuenta queda al descubierto que no todos los políticos tienen la capacidad para jugar con la pólvora en sus manos, como ocurre con el novel diputado verde, Gustavo Miranda García, quien en su desesperación por dejar de ser un «enano político» está cometiendo pifia tras pifia.
Apenas lleva dos meses como presidente de la Jugocopo del Congreso de Quintana Roo y al junior verde ya le «reventaron» varios «bombitas caseras«, principalmente porque no cuenta con la sapiencia y mucho menos con gente de experiencia para ayudarlo.
Renán Sánchez, el ingenuo e inexperto, pero ambicioso secretario de finanzas que trajo no lo ayuda en nada, al contrario, por él, pequeños problemas han crecido y contribuido para opacar la naciente carrera política de Gustavo Miranda.
Es grave que Gustavo Miranda quiera tildar que la manifestación que hoy realizaron trabajadores sindicalizados fuese por cuestiones políticas como expresó (y tiene motivos más que suficientes para decirlo porque la líder de estos, Mercedes Ocejo, es militante del PAN), porque aún cuando así fuera, él y su equipo debieron atender la demanda laboral de la trabajadora Lupita Aguilar Sosa quién únicamente quiere que le paguen su finiquito, y no dejarlo que crezca, es decir, «desarmar» o «apagar» el petardo antes de explotar.
Porque al final -como sucedió ahora- tuvo que sentarse a negociar con la inconforme y comprometerse a darle lo que por Ley le corresponde. Entonces de qué le sirvió la postura adoptada en días pasados: mera vanidad.
Este tipo de acciones dejan al descubierto que Gustavo Miranda carece del más mínimo tacto político y social, deja al descubierto que es un hijo de mami que entró al servicio público para satisfacer su ego y no para apoyar al prójimo, que viene siendo la principal tarea de todos los que se jactan de ser políticos.
Queda claro que Gustavo Miranda sigue siendo un «puberto» en la política. Ahora entendemos el porqué de sus palabras cuando justificó su asistencia al ágape que sostuvo con los ex gobernadores en el populoso Mar Caribe donde compartió el pan, la sal y bebidas etílicas porque quería aprender las cosas buenas de los ex mandatarios. Pero observamos que hasta ahora no ha aprendido nada, sigue actuando con la misma vanidad que su progenitor político (Jorge Emilio González), sólo aplicando cosas malas que dañan la economía y el estado emocional de los trabajadores.
Si en verdad Gustavo Miranda busca trascender o continuar su carrera política, es necesario que contrate buenos asesores, cree un «War Room» con gente experta y trabaje en favor del pueblo, porque si continúa intentando dirigir al Poder Legislativo como una empresa privada, lo más seguro, es que termine siendo repudiando y tildado por la raza como un «diputado balin«.
A Quintana Roo le urge una camada de nuevos políticos, pero políticos de verdad, preocupados por su gente, y no sólo fanfarrones cuya única virtud es posar para la foto y decir una sarta de estupideces, como las expresadas por Gustavo Miranda en los últimos días.