Por Mario Castillo Rodríguez
El desencanto de la sociedad mexicana hacia el régimen democrático ha tenido como punto de partida tres grandes males que desde siempre han prevalecido en México, tales como la desigualdad, la inseguridad y la corrupción.
De acuerdo a un estudio hecho por especialistas internacionales, nuestro País ocupa el último lugar en América Latina gracias al deprimente régimen democrático, y esto es un duro golpe para una clase política que jamás he dado importancia a estos temas que llegaron para enquistarse en nuestra sociedad, con la venia de nuestros gobernantes.
Y mientras los políticos se sienten muy cómodos con su pírrica actuación, la sociedad mira con desprecio y desencanto como nuestro país se cae en pedazos.
Los espejismos siempre han dado buenas cuentas a la hora de vender ideas al pueblo, pero la realidad habla de grandes batallas perdidas por los mexicanos ante sus gobernantes. Hoy por ejemplo, el mentado “Pacto por México” y sus respectivas “Reformas” en pro del beneficio social, no son más que otro fallido “Proyecto de Nación” como muchos otros que sexenio tras sexenio han surgido con la intención –y solo en eso ha quedado- de cambiar los destinos de México.
Los priistas por ejemplo, durante 71 años hicieron de nuestra Nación un objeto de uso personal, sin reparar en que algún día sucumbirían tal y como sucedió en el año 2000. A su llegada al poder, los panistas prometieron un cambio que jamás llegó y durante dos sexenios llevaron a cabo las mismas prácticas que el partido al que tanto criticaron, pero con diferente color. Hoy que el PRI regresó a Palacio Nacional en la figura del Enrique Peña Nieto, se dice preparado para llevar a México por el camino correcto, para echar a andar reformas estructurales a través de un pacto plagado de vicios ocultos y poco garante de resultados.
Lo preocupante es que ni el pacto ni las reformas dan esperanzas a las y los mexicanos sino por el contrario, abonan al descrédito que hoy la sociedad tiene hacia un régimen democrático fracasado y obsoleto, y hacia todo todos los partidos políticos que ante la mirada de la sociedad se dicen preocupados y comprometidos por el bien común, pero tras bambalinas se confabulan para seguir llevando a nuestra nación por el camino del retroceso y el estancamiento.
Si verdaderamente quieren que este barco llamado México tenga un cambio de timón, si quieren que la gente perciba que verdaderamente tienen intenciones de hacer bien las cosas, deben dejar atrás los añejos vicios, y solo así se podrá acabar con la corrupción, la inseguridad y la desigualdad, que tanto nos han lacerado como sociedad y que hoy son motivo del desencanto ciudadano.