Nicolás Lizama
Cuando hay conexión entre un gobernante y su gente, lo demás es lo de menos.
No importa Alejandra Guzmán, no importa el sitio en donde se desarrolle el evento, no importan las incomodidades, no importa la lluvia, no importa nada más que llegar y desbordar la emoción que la gente lleva adentro.
Es bueno llegar a una fiesta y sentirte parte de esta. Es bueno llegar a un festejo y sentirte parte del evento. Sin gente que te esté vigilando. Sin gente que te que te quede mirando feo como diciéndote: «comportate, no me incomodes o te propino una patada en el trasero».
Es bueno llegar y sentirte en casa. Sentirte con la libertad de moverte por donde te dé la regalada gana.
Es bueno poder llegar, acercarte al festejado e intercambiar dos palabras con él sin que algún malencarado te salga al paso y te lo impida con modales no tan educados que se diga.
Es bueno…, que digo, excelente, necesario, que un gobernante sea arropado por sus gobernados. No creo que exista mayor privilegio en todo el planeta tierra.