Nicolás Lizama
Como una metáfora imprevista, como una especie de latigazo en pleno rostro, varios servidores públicos que están a punto de irse -si es que aún no se han ido- reciben el repudio a través de la basura.
Basura, es una palabra que hemos escuchado repetirse hasta el cansancio en estos últimos meses.
Cualquier funcionario, por mayor alcurnia que posea, ha sido arropado por el término de marras.
No ha faltado quién, tan exhalado que se encuentra el respetable, le dirija esa palabreja con todo el rencor que abriga en sus entrañas.
Ayer, a través de las activas y generalmente rudas redes sociales, nos enteramos que en Playa del Carmen, la ciudadanía, hasta el copete de que sus autoridades les fallen con demasiada frecuencia, decidieron tirar la basura frente a palacio de gobierno.
Observar esa escena fue impactante.
Solidaridad es uno de los municipios con mayores ingresos públicos en toda la república.
En pocas palabras, es de los más ricos que existen.
Los políticos, sin embargo, le han metido tanta mano al presupuesto, que, de plano, lo han dejado en la vil ruina.
Y pensar que el último de sus alcaldes quiso ser el próximo gobernante de toda la comarca.
Luego entonces ya se explica uno de dónde salió tanto billete para pagar una campaña.
La basura es el detalle más a la vista para catalogar el grado de cinismo de varios presidentes municipales, a quienes a estas alturas, ya con el futuro hecho trizas, les vale un cacahuate lo que de ellos opinen las personas a las que aun gobiernan.
La basura se amontona en todos lados, haciendo evidente que ya no existe el billete para sufragar este vital servicio a la ciudadanía.
Y eso es grave, sobre todo para los nuevos presidentes municipales que tomarán posesión en unos días.
Hay mucha expectativa ciudadana alojada en todos ellos, ante lo cual tienen prohibido salir con la excusa de que «no se puede accionar porque no hay dinero».
Las arcas estarán vacías, saqueadas en la mayoría de los casos, sin embargo ellos tendrán que buscar por dónde rascarle para evitar fallarle a sus votantes.
El problema estará complicadísimo. Necesitarán de mucho ingenio para resolver el cochinero que les están heredando.