Por Mario Castillo Rodríguez
Hoy entraron al relevo en la XIV Legislatura tres mujeres, unas con cartas de más, y otras con cartas de menos, pero todas con su corazoncito plagado de intereses personales; de esos que sólo se cocinan en figuras que poco tiene que aportar al trabajo político realizado por quienes les antecedieron en la silla.
Curioso es hablar de igualdad de género, sobretodo en un escenario tan complicado para el protagonismo como lo es el Poder legislativo, dado que las marcadas líneas que han dejado a su paso los político(a)s de nombre, difícilmente pueden borrase por una novatada conformada por tres alegres comadres.
No, esto no se trata de una opinión surgida del machismo, sino que es parte de una ineludible realidad donde “el relleno” viene siendo el plato principal para adornar la mesa servida para unos cuantos que celosamente cuidan el lugar ganado a base de esfuerzos, puesto que para ello han trabajado desde tiempo atrás.
Llamadas a rendir protesta este lunes como nuevas integrantes de la actual legislatura, Suemy Graciela Fuentes Manrique, Irazu Marisol Sarabia May y Judith Rodríguez Villanueva, las suplentes de José Luis Toledo Medina, Arlet Mólgora Glover y Cora Amalia Castilla Madrid, respectivamente; llegan como todo político ansioso de figurar en las grandes ligas, pero sin duda con las manos vacías como para abonar al trabajo legislativo que hoy por hoy requiere de entrega y no de protagonismo mediático.
Por ejemplo, lejos de pequeñas posturas como responsable del área de Ejecución y Cobranza en el municipio de Solidaridad, cargo que ocupó en la administración del cuestionado Filiberto Martínez Méndez; Suemy Fuentes Manrique carece de un perfil con el grueso suficiente como para al menos intentar pisar los talones al propietario de la curul que hoy recibe.
Judith Rodríguez Villanueva, es también una muestra clara de un cúmulo de buenas intenciones, y que probablemente quedarán sólo en eso, puesto que lejos de ser peón de quienes se mueven al son de las danzas tricolores, no hay tras de sí trayectoria que avale un aterciopelado arribo al Congreso del Estado, al menos no fuera de lo que se cacarea al interior de las oficinas del Revolucionario Institucional donde se ha desempeñado desde años atrás sin mayor trascendencia.
Complicado es aún más hablar de una Irazú Sarabia May como la ficha perfecta para reemplazar a Mólgora Glover, dado que, sin temor a equivocarnos, la diputada con licencia le ha puesto todo la carne al asador en lo que refiere a trabajo legislativo, aún y cuando la imagen de monedita de oro no le favorece entre las clases sociales, incluso entre la misma clase política donde le tratan porque así lo marcan las reglas del juego que hoy está en curso, y nada más.
Si como directora de Participación Ciudadana en el municipio capitalino fue harina que no infló ni con levadura, al igual que su desgarbado e insípido paso por la regiduría, Sarabia May ha dejado mucho de qué hablar como gerente de bodega Diconsa en estos últimos meses, dado que el puesto solo le ha servido para ganarse unos cuantos pesos en espera de su arribo al Poder Legislativo, donde pretende sacar raja política para intentar construirse una carrera más decorosa que la que hasta el momento ha encabezado.
La polémica ex regidora no ha sabido ganarse la simpatía social, puesto que en primera no cuenta con el carisma suficiente, ni mucho menos con las capacidades como para proyectarse un escenario similar al de Mólgora Glover.
Los sueños de Sarabia May van más allá del trabajo legislativo enfocado al beneficio de los quintanarroenses. Su anhelo es ganar terreno y escalar peldaños a costa de lo que sea, su anhelo es jugar en las grandes ligas aunque en el trayecto tenga que hacer uso de sus acostumbradas triquiñuelas, o de sus soberbios desplantes como precoz política.
Es por demás ambicioso pensar que cualquiera de ellas podrá superar lo hecho hasta hoy por aquellos a quienes relevan, tan cruel como sería no permitir que sea la misma sociedad y el tiempo quienes comprueben que, en los poco menos de dos años que restan a la XIV Legislatura, este trio de comadres puedan levantar la mano más allá de lo que se les tenga permitido. Tiempo al tiempo, dijera la abuela, porque del plato a la boca; se cae la sopa.