Es hasta ahora en pleno siglo XXI cuando entendemos el sentir y los motivos por los cuales decenas de políticos de antaño, en especial, los chetumaleños, crearon en la década de los 80´s el famoso y pomposo Movimiento de Unificación Quintanarroense, el hoy irreconocible y vapuleado MUQ, cuyas siglas hasta el día de hoy siguen siendo utilizadas por despistados políticos para obtener prebenda alguna por parte del mandatario estatal en turno.
Qué lejos quedó la esencia u objetivo de citado movimiento, creado bajo el amparo del primer gobernador constitucional que tuvo Quintana Roo, Jesús Martínez Ross, quien buscó formas para garantizar que la vida política y económica del Estado fuese administrada por gente local, por personas que en verdad buscarán defender los intereses de los quintanarroenses.
Hoy más que nunca tenemos que tragar saliva de coraje, comer nuestra bilis porque nunca, tanto los que tuvieron el poder para hacerlo como los que ocuparon la dirigencia del MUQ, “blindaron” lo cotidiano de la política, pensaron que siempre tendrían la “mesa puesta”, la “mesa servida” para seguir mamando de la ubre gubernamental, de mantener el control político, social y económico de Quintana Roo, pero, insisto, estaban equivocados.
Hoy nos damos cuenta que la gubernatura, la máxima posición política de Quintana Roo, pende de un hilo, ahora nos damos cuenta que hasta el hijo de un tirano puede ser presidente municipal o diputado local.
Pero la culpa no es de ellos, porque únicamente han aprovechado los espacios, las brechas, los huecos que la clase política local ha dejado abierta, la misma que hasta el día de hoy navega a la deriva sin celo de por medio contra los yucatecos, campechanos, tabasqueños, chilangos o cualquier otro mortal que quiera “conquistar” Quintana Roo.
Miles de quintanarroenses navegaron de “muertito” durante los doce años que el PAN mantuvo la Presidencia de la República, soportaron estoicamente la alternancia del poder con la ilusión que el PRI volviera al timón, situación que ocurrió en el 2012, pero poco sirvió a los “resucitados” que a duras penas caminan como “zombies”, ahora ya “apestan”, ya pasaron a formar parte del “heroico cuerpo de paracaidistas”.
Pero no debería ser la tónica y mucho menos la ruta a seguir para la nueva y futura generación de políticos quintanarroenses, es necesario que estos, llámese cozumeleños, playenses, cancunenses, isleños, mayas, bacalareños, chetumaleños y hasta los nicolás-bravitas, se enfundan la casaca de guerra y luche por los espacios que por Ley deben ser de ellos.
Ahora ya desapareció la brecha que siempre nos echaban entre la gente culta del centro del país con los “campesinos” de Quintana Roo, en nuestra presente y futura generación de ilustres y brillantes quintanarroenses yace infinidad de gente preparada con doctorados en diversas partes del mundo, con experiencia en cualquier área laboral, entonces, ya podemos comenzar a pensar en exigir que las mejores posiciones políticas de los 10 municipios, Poder Legislativo, Judicial y delegaciones federales en la entidad sean ocupados por nativos o residentes.
Y vaya que es válido, porque un nativo o residente sabe de las apremiantes que requiere Quintana Roo para seguir desarrollándose.
Hasta hoy la Presidencia de la República, a través de su coordinación de delegaciones federales, debe una explicación a Quintana Roo. Es poco entendible, amén al vaivén político, que únicamente tres quintanarroenses (Sedesol, Issste y SE) ocupen la titularidad de la dependencia.
Podrán exponer un sinfín de motivos, pero ninguno servirá para paliar la indignación de los quintanarroenses, a menos que nos digan que dos o tres quintanarroenses también fungirán como delegados federales en otra entidad federativa de México, pero lo dudamos, es cómo pedir peras al olmo.
Resulta obvio y creíble pensar que Peña Nieto aplique la “Ley de Herodes” en Quintana Roo, amen a que perdió ante el ex candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, por lo que el mandatario estatal, Roberto Borge, debería buscar revertir cuando menos en el rubro de Delegaciones Federales, porque la lectura de la opinión pública quintanarroense es exacta, y hasta cierto punto, irreversible una vez que la tome, cualquiera que fuese.