Por: Jesús Amador
Chetumal.- Inmerso en el tumulto político y una situación económica desconocida pero que hasta los ciegos califican de ser exorbitante, Quintana Roo sorteará cuatro proceso electorales en los próximos seis años (2018-2022).
De nada sirvió la reforma político-electoral promovida por el ex gobernador, Félix González Canto y aprobada por la XII Legislatura del Congreso del Estado, a cargo de su tío, Luis González Flores, debido a que no se obtuvo el principal objetivo: Emparejar los procesos electorales locales con los federales.
Las escasas modificaciones alcanzadas con la sonada reforma político-electoral y las pocas cosas buenas obtenidas no logran justificar el cuantioso despilfarro de recursos invertido por el gobierno para tal fin.
Con apenas 14 meses en el poder la administración de Carlos Joaquín -inicia ahora en septiembre del 2016- encarará su primera jornada electoral ya que en noviembre del 2017 arranca el proceso electoral que culminará el primer domingo de junio del 2018 en donde se elegirá al Presidente de la República, a los senadores, diputados federales y a los once presidentes municipales de Quintana Roo.
Seguidamente, en febrero del 2019 iniciará el proceso electoral para elegir a los integrantes de la XVI legislatura del Congreso del Estado de Quintana Roo en comicios a celebrarse la primera semana de junio.
En noviembre del 2020 inicia el proceso electoral que concluirá el primer domingo de junio del 2021 donde se elegirán a diputados federales y a los presidentes municipales de los once municipios de Quintana Roo
Y finalmente, en marzo del 2022 iniciará el cuarto y último proceso electoral en la administración de Carlos Joaquín González, ya que el primer domingo de junio se elegirán a su sustituto y a los diputados que conformarán la décima séptima legislatura del Congreso de Quintana Roo.
Entonces, bien valdría la pena que la décima quinta legislatura, que inicia labores el próximo 3 de septiembre, analice y determine si es viable hacer una verdadera reforma político-electoral, donde el principal o único objetivo sea el de emparejar los procesos electorales de Quintana Roo con los federales, es decir, que las elecciones sean cada tres años.