Chetumal.-Ante la inminente pérdida de registro del Partido del Trabajo, asunto que deberá ser resuelto antes del 23 de agosto dado que es el plazo otorgado por la ley para que el Tribunal Electoral de la Federación emita las conclusiones y resolutivos de la pasada votación federal, el dirigente de este partido Hernán Villatoro Barrios, ve el ocaso de lo que por años fue su “minita de oro”.
Así es, a punto está de concluir el cacicazgo que por más de una década dio poder y fama a este polémico personaje auto nombrado “revolucionario de izquierda combatiente”, y que en el discurso siempre hablo de defender las causas del pueblo, pero en la práctica amagó una incalculable riqueza a cambio del trabajo y entrega de la militancia.
Para nadie es un secreto que Hernán Villatoro siempre utilizó la bandera del PT para negociar posiciones como las dos diputaciones locales que por la vía plurinominal (2008-2011 y 2013-2016) capitalizó para enaltecer su ego personal.
Si bien su ventaja será que aún le resta un año para seguir bebiendo de la ubre del erario del Poder Legislativo, la realidad es que con el descobijo de un instituto político que está a punto de extinguirse, sus últimos días en la XIV Legislatura serán marcados con más penas que glorias.
Y es que en estas últimas semanas, una vez que fue del dominio del populacho que el futuro del PT pendía de un hilo, al hasta hoy dirigente del PT no se la ha visto dar la cara para manifestar postura o declaración alguna respecto al asunto, pues ha optado por lanzar al matadero a su segundo de abordo, al también integrante del comité directivo Mauricio Morales Beiza.
Han sido ya varias las movilizaciones que esta corriente política ha encabezado en la entidad para defender y demandar la conservación de su registro, todas ellas con ausencia del líder petista, y ante la extrañez de una militancia que de igual manera se pregunta ¿Dónde está Hernán Villatoro Barrios?
En su defensa han salido ya conocidos actores que argumentan anda haciendo lo propio en los tribunales y foros nacionales para defender el “jugoso negocio” que se le escapa de las manos, sin embargo valdría la pena escuchar de voz propia que es lo que pasa, ¿Porque no da la cara a quienes conforman las filas del Partido del Trabajo?
Todo parece indicar no sólo que evade la responsabilidad de haber llevado al fracaso al PT el pasado 7 junio, sino que evita también un enfrentamiento con los medios de comunicación; o que simple y llanamente falló como aquel capitán que al igual que los polizones roedores, huye cuando el barco empieza hacer agua.
El veterano maestro chiapaneco, que durante años se ha servido con la cuchara grande en un estado como Quintana Roo que le dio nombre y posición tras haber desertado de las aulas rurales de su entidad natal, hoy pide a gritos el apoyo de partidos políticos de oposición como el PRD, Movimiento Ciudadano y Morena, y exige un respeto que jamás tuvo por lo verdaderos ideales de su partido, que hablan de servir al pueblo y no así de servirse con los dineros de él.
“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan”, dice la frase del célebre e ilustre Benito Juárez García, que el mismo Villatoro hizo retumbar en la Máxima Tribuna de Quintana Roo; lástima que le quedó ad-hoc.
Pues de que otra manera se le puede llamar el que durante estos últimos años ha manejado a su antojo y complacencia las prebendas y prerrogativas del Partido del Trabajo, de las que ha vivido como dirigente estatal, y de las que ha alimentado a sus familiares y cercanos allegados, incluso a damiselas con las que muchos aseguran tiene hijos regados por doquier.
Sin pasar por alto que su dirigencia ha estado marcada por el nepotismo y la fricción con sus militantes, lo que ha provocado toda una serie de renuncias ante el manifiesto rechazo a su actuar.
Ni que decir de la serie de escándalos en la que Hernán Villatoro se ha visto envuelto a lo largo de su carrera política entre los que se puede citar lo ocurrido en el año 2009, cuando fue acusado en la localidad de Bacalar por intento de violación en agravio de la joven Alejandra Villanueva. Situación que estuvo a punto de llevarlo al desafuero siendo diputado integrante de la XII Legislatura en el Congreso local, pero que logró arreglar de forma extrajudicial.
Tampoco se puede omitir el caso del homicidio del regidor petista en funciones del ayuntamiento Othón P. Blanco, Marco Antonio May Molina, donde fue señalado como partícipe y actor intelectual.
Sin duda un historial nada honorable, pero con el que a final de cuentas se ha mantenido en el escenario político gracias a las artimañas puestas en práctica.
Hoy, la moneda está en el aire y es poco probable que el PT mantenga su registro, como tan evidente es que al dirigente Villatoro Barrios está por acabarse esa “minita de oro” con la que ha comprado muchos más que conciencias, mucho más que una desgarbada carrera política.