Por Mario Castillo
Chetumal.-Las negociaciones entre las cúpulas del poder partidista y el reparto de Quintana Roo como anticipado botín electoral, pone en el desequilibrio de la balanza a militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la zona sur de la entidad.
Los acuerdos dictan una línea muy marcada, en la cual las candidaturas sureñas serán repartidas entre sus aliados del Partido Acción Nacional, mientras que la zona norte será el escenario donde el perredismo tendrá esperanzas de acceder a cargos relevantes de elección popular.
La cacareada estrategia señala que las candidaturas a la Presidencia municipal de Othón P. Blanco, diputaciones federales e incluso a una senaduría, se repartirán entre los gallos favoritos del panismo, siendo los diputados Mayuli Martínez Simón y Fernando Zelaya Espinosa los elegidos con anticipación, dando entrada a colación -por acuerdos con el jefe político estatal- al actual alcalde capitalino Luis Torres Llanes, de quien se conoce no concluirá su mandato para jugarsela por otra posición de talle nacional.
Mientras que en la zona norte el caldero partidista ya cocina amarres para que el actual dirigente del PRD Jorge Aguilar Osorio y el diputado Emiliano Ramos Hernández, y la legisladora Laura Beristain Navarrete, sean los principales privilegiados para aparecer en las boletas de 2018 con aspiraciones a la senaduría, presidencia municipal de Benito Juárez y diputación federal, respectivamente.
Pues las demás posiciones serán repartidas entre los favoritos de quienes hoy ostentan el poder estatal, y los partidos restantes que entrarán al juego en el denominado «Frente Ciudadano». Sin descuidar desde luego los intereses que lleve bajo la manga al actual «patron político» de la mancuerna UNE (PAN-PRD) que, al igual que el pasado proceso -muy a su pesar- tuvieron que repartir lugares con ex priistas y joaquinistas.
Ante ese escenario que se vislumbra en el futuro inmediato -2018-, los perredistas del sur de Quintana Roo que por años han esperado su oportunidad de acceder a una candidatura de relevancia, no tendrán más remedio que conformarse con los interinatos que arroje la siguiente elección, y/o las migajas que queden tras el reparto del botín político electorero.