Balanza
Por Mario Castillo Rodríguez
Sumido en el descrédito y la desconfianza tanto de la sociedad como de la clase política en turno, el incipiente presidente municipal de Cozumel, Aurelio Joaquín González ve pasar los últimos meses de su gestión con más pena que gloria.
Al frente de unos de los ayuntamientos como el de Cozumel que vive sacudido por los excesos, escándalos, y demás arbitrariedades cometidas por el alcalde Aurelio Joaquín González, el primo incómodo del ex gobernador Félix González Canto ha desperdiciado una oportunidad histórica dejando atrás una dinámica de trabajo que tanto le caracterizó como diputado de la XII Legislatura del Congreso del Estado.
No hay que pasar por alto que su destacada labor como legislador le hicieron ganar adeptos para llegar a una silla que a simple vista podemos observar que le quedó muy grande, que no ha logrado ni logrará llenar ya que lo que hoy hace y refleja como primera autoridad municipal, dista mucho de lo que proyectaba a su salida del Congreso cuando iba en busca de la alcaldía cozumeleña.
Hoy, el otrora dadivoso diputado de la XII Legislatura que despilfarraba dinero a manos llenas, no tiene ni para pagar la nómina de los empleados del ayuntamiento, y ha sumido en el endeudamiento y el estancamiento a uno de los municipios más prometedores de Quintana Roo en lo que a materia turística se refiere.
Lito Joaquín se encuentra en una vergonzosa decadencia como primera autoridad y como político, su carrera no tendrá continuidad al concluir su gestión como presidente municipal y esto no sólo es producto de su sosería sino de los excesos, pues es del dominio público que su adicción a las drogas le han alejado de la realidad y de sus compromisos, y hoy se mantiene en un oscuro circulo que le resta confianza y credibilidad a sus actos.
La propia clase política en turno lo ha limitado, y si le ha dejado continuar su encomienda como alcalde, es para no levantar más polvareda que la que el incómodo alcalde ha causado con sus arrebatos y sus abusos.
Poco o nada ha quedado de aquel “Lito” que en su toma de protesta como Presidente municipal de Cozumel enérgicamente se autonombró “soldado del gobernador, Roberto Borge Angulo” y se comprometió a trabajar de manera honesta y transparente en pro de mejores niveles de vida para los cozumeleños. Cómo muñeca fea, en abandono en un triste rincón, yace aquel que la misma sociedad que le dio su voto de confianza, hoy lo ve con desprecio y con rencor.
Sus abultados y oscuros compromisos rebasaron –y por mucho- sus capacidades políticas.
Y es hoy tan limitado su rango de acción y decisión, que en esta contienda electoral intermedia con miras a elegir a un candidato para ser su sucesor y a quien de igual manera jugará por la diputación de la ínsula; los grupos del poder ni siquiera tomaron en cuenta su opinión, porque la palabra de Aurelio Joaquín se ha opacado, porque él mismo se encargó de enmudecer esa voz que años atrás hiciera retumbar el recinto legislativo y que hoy se apaga como muchas luces que de manera equivocada creyeron serán poderosamente eternas en esta efímera vida.
Así es, Lito Joaquín será uno más de la enorme lista de “políticos de relumbrón”, de esos que creyeron tener la sartén por el mango y “quemaron” a la primera de cambios. Esperemos esta deprimente historia sirva de ejemplo para aquellos que hoy están en campaña y que serán los próximos presidentes municipales de los 10 municipios de Quintana Roo.
Gobernar no es tan sencillo, pero tampoco difícil cuando se tienen puesto los pies sobre la tierra, cuando se trabaja de la mano de la gente y cuando se está consciente que el poder no es eterno, que los dineros son del pueblo, y que los cargos públicos son para servir, NO PARA SERVIRSE.