A pesar que el tema de la seguridad siempre ha sido una de las principales preocupaciones de los gobernantes de Quintana Roo, incluido desde que era Territorio Federal, este seguirá siendo el talón de Aquiles hasta que las corporaciones policiacas sean dirigidas por policías de carrera y no por improvisados como ha ocurrido en los últimos 40 años.
Aun cuando el flujo de cientos de millones de pesos ha sido una constante en los últimos años no se percibe en ninguna acción sobresaliente de seguridad, en caso concreto en acciones preventivas y disminución de delitos comunes como el robo y pandillerismo.
No se trata de buscar culpables y muchos menos señalar la inoperancia de los elementos policiacos, porque desde los gobernantes, policías y sociedad en general están inmersos para garantizar la seguridad en las colonias, poblados y ciudades donde radican, quizá el meollo del asunto se encuentre en que nunca de los nunca se ha elegido a un policía de carrera para guiar los destinos del tema en la entidad.
Desde la época de Aaron Merino Fernández, el territorio federal de Quintana Roo tuvo al improvisado ciudadano Carlos González Jiménez como jefe de la policía de Chetumal, después, en el gobierno de Jesús Martínez Ross el cargo de máximo gendarme fue para el capitán del Ejército, Fausto Ubaldo.
Con Pedro Joaquín Coldwell la responsabilidad cayó en el comerciante cozumeleño Germán García Padilla y con Miguel Borge Martín estuvo al frente de la agrupación de seguridad el recordado Ernesto Calzada Marrufo.
En el sexenio de Mario Villanueva, cuando nació el Sistema Nacional de Seguridad Pública, la responsabilidad cayó en Miguel Mario Angulo Flota y como director de seguridad pública el capitán Poot.
Con Joaquín Hendricks Díaz el mandamás fue el tristemente recordado Miguel Ortiz Cardín y como comisionado de Seguridad Pública, Rodolfo del Ángel Campos
Durante el sexenio de Félix González Canto se creó al Secretaría de Seguridad Pública y su primer titular fue el político, Pedro Flota Alcocer, aunque después siguió el nobel Luis Rivero León, el improvisado capitán piloto-aviador, Salvador Rocha Vargas y terminó el insignificante vicealmirante, Miguel Ángel Ramos Real. Todos estos contaron con la “asesoría” del policía frustrado, Luis Pavía.
El actual sexenio del Gobernador, Roberto Borge Angulo, por recomendación de la Sedena y de la “asesora en seguridad”, Isabel Arvide, llegó como titular de la Secretaría de Seguridad Pública, el traca (por ser de transmisiones no por trácala) general, Carlos Bibiano Villa Castillo, quien en meses pasados cedió la estafeta a Juan Pedro Mercader Rodríguez.
Como puede apreciarse, a excepción de Rodolfo del Ángel Campos y del “agente de tránsito”, Luis Rivero León, ningún otro de los jefes policiacos que han ocupado la posición son policías de carrera, ninguno tuvo la formación policial, ninguno de los antes mencionados cursó la carrera o perteneció a los cuerpos policiacos como para poder definir estrategias o programas para abatir o afrontar la delincuencia en las colonias y ciudades del Estado.
La misma incapacidad de los citados jefes provocó la creación de varios cuerpos de elite policial, pero ninguno de ellos logró satisfacer la expectativa, por tal razón sólo sirvieron para gastar fuertes sumas de dinero, o mejor dicho, tirar a la basura millones de pesos.
Y no mentimos, sólo basta recordar la creación de la Fuerza Interinstitucional Policial (FIP) en el sexenio de Joaquín Hendricks Díaz y que dirigió el capital Quiroga. La Policía Fronteriza que propuso Salvador Rocha Vargas y sacó con su gusto Félix González Canto, proyecto donde se destinaron millones de pesos para adquirir vehículos, lanchas, helicóptero.
Así como el Grupo de Acción Ciudadana Inmediata (GACI), la fuerza Estatal Policial de Apoyo (FEPA) y los “alucines” del asesor policiaco, Luis Pavía con la Policía Montada y la Policía Canina.
Los citados yerros corroboran la falta de un verdadero programa policial en Quintana Roo. Hace bien el actual gobierno con emprender un proyecto base para homologar las acciones y programas de la policía estatal con sus homólogos municipales, porque de lo contrario seguirán dando golpes de ciegos, es decir, sólo golpes de suerte como ha ocurrido hasta la fecha.