Aun cuando fue a principios del siglo XXI cuando inició la debacle de los medios de comunicación impreso a nivel mundial, para los ocho “diarios” o “periódicos” que se editan y circulan en Quintana Roo su agonía empezó hace tres años en buena medida porque el Gobierno del Estado -su principal cliente- redujo los grandes convenios publicitarios y los ciudadanos dejaron de adquirir sus ejemplares porque carecen de información interesante o novedosa.
Los dueños o consejos administrativos de los medios impresos: Por Esto de Quintana Roo, Novedades, Diario de Quintana Roo, Quequi, Quintanarroense, El Periódico, La Verdad y La Respuesta, pueden argumentar que fueron rebasados por las redes sociales y los medios de comunicación cibernéticos que existen en la actualidad, y hasta cierto punto tienen la razón, aunque obviamente sus “idénticas líneas editoriales” han contribuido para que la sociedad los deseche.
Hoy en día son pocos los quintanarroenses que gastan cinco o siete pesos para adquirir un medio impreso, sin temor a la equivocación, la reducción de lectores se debe a que es idéntica la información que manejan, ninguno, incluido el Por Esto, se toma la molestia de innovar o investigar a fondo información, ofrecer información exclusiva, ajena a la que se genera en las dependencias de los tres órdenes de gobierno o sindicatos, es decir, puros boletines oficiales o reporteada entre varios colegas.
Qué tiempos aquellos cuando antes de las once de la mañana se agotaban los 25 mil ejemplares del Por Esto de Quintana Roo, donde la mayoría de quienes adquirían su diario era para ver si Renán Castro Madrea escribía nuevos reportajes o daba seguimiento a los que ya había investigado sobre narcotráfico.
O cuando se agotaban antes del mediodía los 800 periódicos que Diario de Quintana Roo enviaba a Cancún porque la gente quería leer los reportajes de color o crónicas de Gustavo Chico Ponce de León, un intrépido reportero que lo misma escribía de las regiones de “Las Culebras”, como de los spring braker.
O las notas de investigación contra el Gobierno de Quintana Roo que escribía Julio César Silva y que provocaron grandes ventas del Diario de Yucatán.
Esos grandes tiempos que vivieron los medios impresos se debió a varios factores, principalmente porque habían reporteros investigadores y porque quienes dirigían los periódicos eran periodistas de profesión con amplia experiencia en las lides, no cómo en la actualidad, donde a honrosas excepciones, las dirigen amigos de los dueños o recomendados de políticos.
Esto ha provocado que los quintanarroenses cuestionen el contenido editorial y pongan en tela de juicio su imparcialidad cuando presentan la noticia.
El descredito que viven los medios impresos lo ven reflejado en la ventas de sus ejemplares y a excepción del Por Esto que venden aproximadamente 15 mil ejemplares y el Novedades de Quintana Roo casi los 5 mil, los otros seis periódicos apenas venden un millar de ejemplares al día, es decir, que por circulación obtienen menos de 7 mil pesos, lo que significan que ni para el papel recuperan.
Tal situación, unido a la disminución de sus convenios de publicidad que tiene suscritos con el Gobierno del Estado, así como la eliminación de acuerdos económicos que tenían en el Poder Legislativo y en los municipios, seguramente provocará que varios de estos medios impresos bajen sus cortinas.