* En el tiempo que lleva como líder del Suchaa ha superado la estela de corrupción que Ruben Pelayo acumulo en más de 10 años
* Y aun así pretende reelegirse para continuar con sus sucios negocios
Por Mario Castillo Rodríguez
Escenario de grandes batallas por el poder político-económico, el Sindicato Único de Choferes de Automóviles de Alquiler (Suchaa), hoy camina de milagro y más depredando que nunca ante los abusos cometidos por todos y cada uno de sus Secretarios Generales en turno.
Pero la realidad conlleva a asegurar que es en la persona de Eliezer Argüelles Borges, en la que recae la mayor de las inconciencias al convertir en este gremio de choferes de alquiler en su caja personal, en un negocio que le ha dejado jugosas ganancias con las que se han beneficiado amigos, familiares y hasta sus amiguitas que hoy por hoy gozan de un desahogado ritmo de vida gracias a los excesos del hoy millonario taxista.
Y es que, haciendo un poco de historia, fue precisamente el Secretario General en turno quien hablo y tanto se quejó de las tranzas, de los abusos, del tráfico de influencias, y de toda esa corrupción generalizada que caracterizó la gestión del ex líder de los taxistas chetumaleños, Rubén Pelayo Ku, a quien por sus cercanías con la entonces clase política en turno se le denominó intocable entre el gremio, pero que sus excesos le llevaron a enfrentar todo tipo de escándalos durante más de 10 años, en tres periodos que estuvo al frente del Suchaa.
Y toda aquella palabrería que utilizó Argüelles Borges para desacreditar al ya de por si embarrado ex líder y poder llegar a la silla que hoy ocupa, es palabrería que tras aventarla al cielo, hoy le cae cual asqueroso escupitajo en la cara, y es nada comparado con los alcances del Secretario General en turno que sin haber concluido siquiera su primer periodo ya está con un pie afuera de dicha agrupación sindical, pero aun así aspira a la reelección pensando que los taxistas capitalinos son inútiles y se van a dejar engañar por esa sombra oscura que hoy amenaza con sucumbir los cimientos de un sindicato que por décadas ha servido a los capitalinos.
Acaso piensa Eliezer que a los agremiados ya se les olvido que gracias a él la gasolinera Kohunlich cerró sus puertas. Es del dominio público que tras fuertes presiones del actual líder taxista, Armando López renunció como encargado de dicha estación de servicio propiedad del Suchaa, misma que le entregó a Argüelles funcionando y con 1.2 millones de pesos de capital en las cuentas.
Pocos meses bastaron para que Eliezer camarilla llevaran a la bancarrota a una gasolinera que no sólo beneficiaba a los habitantes de la zona donde estaba asentada, y en la que hoy se encuentra como un elefante abandonado, sino que era parte del valioso patrimonio de sindicato capitalino, pero eso poco le importó al voraz líder que hoy se encuentra más que acorralado y que si su conciencia se lo permite debería tomar la disyuntiva de salir ahora que puede por las buenas, o acabar tras las rejas ante sus múltiples tranzas.
Y hablando de tranzas, esas son las que no le permiten dejar la silla pues no cualquiera desprecia por ejemplo esos jugosos 40 mil pesos de mordida que recibe por el cambio de propietario en concesión, paquete que lleva incluido el ingreso de un nuevo auto y el alta del socio en el sindicato, una suma nada despreciable para el amañado líder que, a decir de gente muy cercana a él, la recibe cuando menos dos o tres veces al mes, échele Usted pluma estimado lector.
Lo lamentable es que líderes de los sindicatos de taxistas de la talla de Eliezer Argüelles Borges, han contado con la complacencia y complicidad de funcionarios, no sólo para acumular fortunas de escándalo, sino para violar a su antojo estatutos internos y disposiciones legales.
Es así como se da en la capital del estado este multimillonario negocio en el gremio de los autos con rótulo de cuatro letras. Una organización que para el Secretario General en turno y compañía es un auténtico botín, pero que también representa una latente bomba de tiempo tras el surgimiento de fuertes corrientes disidentes, que ya han levantado la mano para manifestar sus inconformidades a través de coaliciones, y que ya no están dispuestas a tolerar este tipo de infamias que se pagan con las cuotas sindicales de miles, que solo hace ricos a unos cuantos y que afecta a una sociedad en su conjunto ante la deficiencia de un servicio al que hoy nadie pone orden.
Aquí vale la pena recordar el comentario de un viejo chetumaleño que hoy radica en la ciudad de Campeche: “Antes en Chetumal cuando parabas un taxi tú le decías a donde ibas. Hoy, es el taxista quien te dice por dónde va y tu decide si te lleva o no”.