Victoriano Robles Cruz
Unas palabras antes de homenajear a nuestro amigo con Alberto Cortez. Sentimos una gran tristeza, casi imposible de evitarlo que ronde en nuestras cienes, malo sería se anide en vuestra cabellera. Ayer por la mañanita, casi cercano a las seis am, se nos adelantó nuestro compañero Roberto Coral García, mejor conocido en el mundo profano como el “Gallo Coral”, como el mismo se denominaba en las redes sociales.
En años recientes fortalecimos nuestras relaciones, ¿cómo sucedió?, no lo recuerdo. Pero sí compartíamos nuestros comunes placeres, alternábamos nuestros domicilios para compartir los alimentos, sea para el desayuno o la comida; en anteriores ocasiones la convocatoria era por la bohemia, ya sea en nuestros domicilios o bien en algún discreto sitio.
Amante de la polémica, nos provocaba para esforzarnos en nuestras ideas sociales y políticas, siempre a la escucha de nuestras intervenciones para luego acometer con algún cuestionamiento, suponemos iba preparando mientras escuchaba o bien ya traía armado, prefabricado; para continuar la provocación de nuestras participaciones.
Buen conocedor de los comportamientos políticos, por algo ocupó dos veces la presidencia del PRI en Quintana Roo. Nutría las charlas con sus acertados comentarios políticos, su participación en múltiples decisiones, abonaban a su capacidad otro perfil para sus análisis. Periodista por naturaleza, compartía en ocasiones sus análisis y comentarios en sus colaboraciones periodísticas por el Diario de Yucatán o bien el Por Esto. Cimbraban esas colaboraciones al mundo sui generis de la política, mientras para él eran motivo de orgullo, el cual significaba con alguna perversa sonrisa a medias; cuando recibía alguna llamada invocadora de malestar en el poder. Divertido, dicharachero, juguetón perverso, amante de las tertulias. También superó con gallardía el desdén de ciertos miembros de esa clase política a la cual sirvió durante años. Meses venía tolerando sus dolencias, en ocasiones justificaba sus ausencias por ese motivo. Hoy, ya descansa. Su ausencia la extrañamos, pero sabemos prepara con detalle nuestra llegada. ¡Allá nos veremos Gallito!
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va,
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
y se empieza a rebelar,
el duende manso del vino.
Cuando un amigo se va
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.
Cuando un amigo se va,
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va,
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo
PD.- La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor. José Martí (1853-1895). Político y escritor cubano.
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