Aun cuando a la víspera del proceso electoral los principales reflectores son acaparados por partidos políticos y candidatos, no se soslayar hablar del “ejército” de promotores del voto quienes desde hace varios meses trabajan a marchas forzadas para garantizar que cientos de sus simpatizantes acudan a las urnas en las elecciones del venidero 5 de junio.
Desde el Quintana Roo antiguo –llámese durante el sexenio de Jesús Martínez Ross- hasta el moderno de hoy, cuando la tecnología amenaza con desplazar a miles de hombres y mujeres que han hecho su modus vivendi los procesos electorales, la fiebre para movilizar gente y promocionar el sufragio se mantiene latente, incluso, mucho más organizada en la última década.
Muy poco queda de las famosas líderes de colonia y naturales que “nacieron y crecieron” durante la administración de Mario Villanueva Madrid, quien no recuerda a doña Francisca Maldonado, a Nelda Gómez, a la cancunenses Magaly Achach, al morelense, Sergio de la Cruz Osorno o al extinto carrilloportense, Mario Chuc Aguilar. Estas personas y otras más vivieron del proselitismo, todas apegadas a la doctrina del acarreo de gente, expertas en movilizar grupos de personas.
Pero hoy en día y con el paso de los años citada actividad se ha transformado y aun cuando todavía existen algunos liderazgos individuales, la mayor promoción electoral se hace en grupo, más dosificada y bajo otros conceptos.
Entre los individuales y que han entregado buenos resultados al gobernador, Beto Borge, se encuentra el de Israel Radilla en el sur de Quintana Roo; el de José Dolores Valadez Chí en el municipio de José María Morelos; el de Fidel Parra en el naciente Puerto Morelos; el de Yesenia Cahuich en Solidaridad y el de Fabián Vallado en Cancún.
De quienes trabajan en grupo, sobresalen dos: Uno de ellos comandado por la ex titular de la Secretaría de Educación y Cultura (SEyC), Cecilia Loría Marín y el otro por el ex senador, Eduardo Ovando Martínez.
El primero se mueve a lo largo y ancho de Quintana Roo bajo la tutela de la organización política “Fuerza Social por Quintana Roo”, la cual tiene representantes en diez de los once municipios de la entidad.
El segundo con la famosa y conocida red de “Amigos de Ovando”, la cual además de tener coordinadores en los once municipios tiene representantes en las principales colonias y regiones de Cancún, Playa del Carmen y Chetumal.
Ambas agrupaciones mantienen un trabajo permanente con sus agremiados porque su objetivo es vender al mejor postor sus respectivos proyecto, no sólo los votos de sus adheridos, simpatizantes o agremiados, sino también el de “talachar” para visitar y convencer a posible votantes.
A la fecha, el grupo que encabeza Cecilia Loria, apoya las aspiraciones del presidente municipal de Solidaridad, Mauricio Góngora Escalante. Mientras que las “redes de Ovando” hacen lo propio para la causa del diputado federal, José Luis Toledo Medina.
En obvio que ambos promotores del voto trabajan sobre proyectos rentables, vendibles o con futuro político, porque se da por descontado el alto costo económico que representa la labor que realizan.
Tal situación obliga a presumir que de poco ha servido que en Quintana Roo los partidos políticos hayan invertido tiempo y dinero para fortalecer sus respectivas estructuras electorales, porque al final de cuentas recurren a alternas, a agrupaciones expertas que movilizan gente y promocionan el voto.