No cabe duda que el proceso electoral federal que arrancó el sábado pasado y concluye el próximo domingo 7 de junio es el laboratorio perfecto para que los grupos políticos quintanarroenses “ensayen” a la víspera de la “madre de todas las batallas” que se llevará a cabo en el 2016.
Partidos de todos colores y sabores, candidatos de diversa índole, grupos políticos, económicos y sociales han desenfundado armas, levantado cortinas, recorren toda la geografía estatal para tener el verdadero palpo social.
Pero dentro todo este ajetreo político que apenas inicia, hay cosas que llaman poderosamente la atención, en especial, al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) donde los grupos políticos internos insisten en llevar “agua a su molino” por encima de la indicación del number one.
Tal parece ser que las indicaciones dadas por el encargado de los “war room”, Gabriel Mendicuti Loría, a los coordinadores del I y II distrito electoral, Luis González Flores y Manuel Aguilar, no fueron lo suficientemente claras o precisas, o de plano, a quienes se las dieron no tienen ganas de ejecutarlas.
Una de las cosas que más llama la atención hasta ahora, es que las zancadillas que ha tenido que librar la candidata del II distrito, Arlet Mólgora Glover, a quien la han dejando sola, tal parece que no hay condición o voluntad propia por parte de los principales actores políticos del PRI para mover la estructura y apoyarla.
A excepción de algunos “peces gordos” como Hassan Villanueva, Israel Radilla, César Iuit y Eduardo Arismendi, no hay más personajes que busquen beneficiar a la citada candidata y para muestra basta recordar que en su apertura de campaña no se vieron a figuras como Raymundo King, Eduardo Espinosa Abuxapqui y Florentino Ruiz Estrada.
Los recorridos que hasta la fecha ha hecho Arlet no tienen el sello de la casa, son fríos, cuadrados, sin color, sin entusiasmo, en fin, hace falta mucho por demostrar a los quintanarroenses que la multicitada es la candidata del “monstruo tricolor”, del “partido grande”, del “gigante”, del que con su estructura hace ganar a sus candidatos.
Mención especial merece la suplente de la citada candidata, María Hadad Castillo, quien continúa gritando a los cuatro vientos que sin su presencia Arlet no ganará el proceso, es tanta su seguridad para menospreciar la popularidad de su compañera de fórmula que hasta uno se cree sus mentiras.
Hadad Castillo no digiere que ella es la suplente, pero por interés económico aceptó la encomienda, a tal grado de presumir que su pareja, de quien espera su segundo hijo, viajó con vacaciones pagadas a Orlando, Florida.
Con acciones como las citadas y las acusaciones mutuas que hacen entre sí los candidatos de los 10 partidos políticos, dan la oportunidad para subrayar que este proceso, cuando menos en su inicio, es un laberinto donde yacen víboras de todas calañas y cuyo única finalidad es sobrevivir a la voraz competencia política y gastar el presupuesto que el INE destino para la causa.