Cuánta razón tienen quienes aseguran que la historia es cíclica, que se repiten en varias ocasiones, y avalamos dicho comentario porque en Quintana Roo, de manera particular en Chetumal, hemos visto se han agarrado del “chongo” para obtener o mantener el poder político en la región y venderse como una verdadera opción para gobernar el Estado.
Desde más de dos décadas comenzó el forcejeo entre grupos políticos chetumaleños, el primero de estos fue el grupo del ex gobernador Chucho Martínez Ross quien luchó para que el gobernador en aquel entonces, Mario Villanueva Madrid, cediera espacios en el gabinete y puestos de elección popular a sus integrantes, a tal grado fue su presión que crearon el Movimiento de Unificación Quintanarroenses (MUQ).
Después fue el grupo de Cora Amalia Castilla Madrid contra Eduardo Ovando Martínez, a quien buscaban cercar para evitar que sigan creciendo debido a que este último, después de ser diputado local creció como la espuma.
Ya con Joaquín Hendricks en el poder, el grupo de Eduardo Ovando Martínez se auto promocionan con ser los “mesías” del gobernador en turno y fue tal su egolatría que no midieron alcances y se enfrascaron en una lucha a muerte para evitar que el grupo de Eduardo Espinosa Abuxapqui creciera en aquel entonces.
Tres años después las cosas se revirtieron, fue el grupo del “Tiburón del sur” quien se encargó de deshilar o desbaratar las redes Ovadistas, que muy atinadamente había logrado construir en todo el estado el entonces senador Ovando Martínez.
Hoy la vida política cobró la afrenta a Espinosa Abuxapqui, porque el grupo de Raymundo King de la Rosa, quien goza de la simpatía del gobierno en turno, paga con la misma moneda a los abuxapquistas, a estos que aún presumen tener el control social, político y económico del sur de Quintana Roo, aunque en la realidad dista mucho de ser así.
Quizá para la mayoría de los invitados ayer al III informe de labores del diputado federal, Raymundo King no se dieron cuenta de “pequeños detalles”, pero que en el mundo político traen lectura. Como el que King de la Rosa se la haya olvidado nombrar al alcalde de OPB, Eduardo Espinosa Abuxapqui, entre los invitados especiales, es un signo inequívoco que no existe amistad entre ambos.
Corrobora que los abrazos dados entre ambos son más falsos que una moneda de tres pesos, que únicamente cumple con el protocolo que debe seguir todos los políticos afines al gobernador Beto Borge.
Habrá que ver el desenlace para la próxima sucesión gubernamental, pero es casi un hecho que por tercera ocasión en forma consecutiva no aparezca el nombre de algún chetumaleño en la palestra final.
Lo único bueno para Chetumal o sur de Quintana Roo es que automáticamente varios grupos políticos caciquiles pasan a engrosar las filas de los “veteranos de guerra” y de “asesores ciudadanos”.
Con lo visto ayer, queda claro que ahora en Chetumal el grupo político de Raymundo King es quien tiene el sartén por el mango, atrás vienen los grupos de Pedro Flota Alcocer, de Espinosa Abuxapqui, de Luis Alamilla, de Alberto Alonso Ovando, de Cecilia Loría, de Andrés Ruíz Morcillo y el de los “adoptados” de Chanito Toledo.