¡Gandayismo en plena pandemia!
#ElPregoneroBacalar… Desde El Fuerte!
(Editorial)
Por José Luis Barrón
Hasta la redacción de Pregonero Ediciones llegaron documentos que representan el grito de auxilio de 43 campesinos miembros del Ejido de Miguel Hidalgo que durante un año han sido objeto de amenazas con ser despojados de sus terrenos por parte de la directiva del Comisariado que preside Mario Rodolfo Perera Maza si no pagan la cantidad de 18 mil pesos para la escrituración de sus mismos predios, razón por la cual se constituyó un Comité de Vecinos que encabeza Pascual Pérez Lucas para defenderse de estas arbitrariedades.
Y como primeras medidas para evitar ser desalojados de sus terrenos en donde cada uno de estos labriegos tiene su propia vivienda, han llevado la queja con el debido sustento legal ante la Procuraduría Agraria así como una petición de ayuda al presidente municipal de Bacalar, Alexander Zetina Aguiluz, a quien solicitan apoyo económico para complementar esa cantidad que exige Perera Maza o en su caso su intervención para que interceda por ellos y así llegar a un acuerdo que los beneficie.
En plena época en la que la crisis económica es más severa a consecuencia de la contingencia sanitaria Covid-19 y en la que se debe tener mayor conciencia solidaria y empatía con nuestros semejantes, es condenable la actitud que han adoptado las autoridades ejidales de ese poblado, por lo que esperamos que a través de este medio las autoridades competentes actúen en favor de estas 43 familias cuyo patrimonio está en riesgo por la ambición de sus seudo líderes y vaya que abundan en todos los núcleos agrarios de Quintana Roo.
No en balde la soberbia y ambición encabezan los 7 pecados capitales de la humanidad y son causa de guerras y pugnas que han ocasionado el sufrimiento de pueblos enteros e incluso esta situación que viven en Miguel Hidalgo debe servir como ejemplo para reflexionar sobre las enseñanzas que nos está dejando esta pandemia y mejorar nuestra actitud y actuación ante la vida, en todos los sentidos.
La pregunta:
¿Y tú cuántas veces has defraudado la buena fe de tus amigos con tu disfraz de “oveja rechoncha”?