Por Mario Castillo Rodríguez
Chetumal.-En el actual escenario, tras el triunfo contundente de Carlos Joaquín González en las urnas donde estuvo en juego la gubernatura de Quintana roo, los otrora partidos de oposición ya empiezan a mostrar el cobre para cobrar la cuota de un triunfo anti-priista que hicieron suyo tan sólo por abanderar a un ex militante del Partido Revolucionario Institucional, que primero fue crucificado para después resultar triunfal redentor.
Y es que ambos institutos políticos que hasta hace algunos meses se veían sin esperanza en este proceso electoral, hoy juran y perjuran que el triunfo de Joaquín González fue producto del oportuno manejo de sus estructuras cuando las cosas distan mucho de eso.
La realidad fue la conjugación de escenarios adversos al PRI que hablan -como reconocieron los mismo tricolores- de omisiones, de distanciamientos con la militancia y la sociedad, de reingenierías, de desempleo y falta de desarrollo en la zona sur con respecto a la zona norte, pero sobre todo de una figura que en el intento de pulverizar hicieron crecer como la espuma con consecuencias que hoy les desplazan del poder.
Fue un todo, pero menos el aporte de ambos partidos que vieron en Carlos Joaquín un escenario perfecto para renacer de sus escombros y oler un poco del poder perdido a base de fracturas internas. Un poder que incluso los mismos líderes del Partido Acción Nacional y de la Revolución Democrática en Quintana Roo, cual meretrices remataron al hoy derrotado PRI en pasados procesos electorales.
El PAN hoy se convierte en la primera fuerza política tras los resultados de la elección, pero no por preferencias electorales como así presume, sino por el posicionamiento del logotipo de Acción Nacional que iba en primera posición con el nombre de Carlos Joaquín impreso, y que fue el factor clave para la acumulación de votos a su favor.
La gente quería dar un voto de castigo al PRI-Gobierno, y lo primero que encontraron con el nombre de su candidato fue lo que tacharon para cobrar la factura, y esa es una realidad que debe analizarse profundamente por todos quienes tuvimos en las manos una boleta electoral el pasado domingo 5 de junio.
Ahora bien, tanto el PRD como el PAN esperan el reparto de las cuotas de poder en el gabinete a conformar por el gobierno de la alternancia para cobrarse el favor. Ambos presumen que dieron la victoria a Carlos Joaquín y aluden que el Gobernador Electo “Tomará las mejores decisiones para conformar el mejor gabinete, incluso con personas de la sociedad civil y con los mejores cuadros que tenemos en el Estado”, tal y como mencionó Emiliano Ramos Hernández en la demanda de su pedazo de pastel.
Y no es que exista desconfianza en el equipo que formará Joaquín González para entrarle al nuevo sexenio, lo que asombra es como estos partidos y sus dirigentes se muerden la lengua, ya que desde el inicio de la alianza “Quintana Roo Une”, ambos presumían que el objetivo era lograr la transición de gobierno democrático, y no así un pacto de posiciones de poder.
Tiempo al tiempo que esto apenas empieza. Ya veremos cómo se desgastan las vestiduras peleando por el botín, ya que a eso están acostumbrados tanto el PAN como el PRD.
La confianza de la sociedad va en razón de un gobernante con la intención de marcar una nueva línea, de hacer bien las cosas evitando el encono, por lo que ambos institutos políticos tendrán que ajustarse a las decisiones que tome su nuevo líder –Carlos Joaquín-, si lo que pretenden es mantenerse a flote los siguientes 6 años.