Por Mario Castillo Rodríguez
Los cochupos de la disfuncional pareja de aprendices de políticos que llevan las riendas del Comité Directivo Municipal del Partido Revolucionario Institucional en Bacalar, han abonado al fortalecimiento de la oposición con sus cada vez más marcadas diferencias, y el choque entre los grupúsculos que ambos representan.
En sus afanes de no ceder terreno al adversario –porque en lo oficial son aliados y en la operatividad acérrimos enemigos-, Paul Romero Gómez y Oneyda Cuxim Irigoyen han generado una enorme brecha al interior del priismo asentado en el décimo municipio.
Brecha que también divide las fortalezas del partido en uso del poder oficial, y que desde luego le abona al fortalecimiento de los partidos de oposición como en el caso del Partido del Trabajo, que ha sido el Talón de Aquiles de los tricolores.
El primero, en su carácter de presidente del PRI Bacalar, no sabe siquiera dónde está parado porque carece totalmente de las capacidades para el cargo que hoy ostenta, y eso puede evidenciarse con el nulo crecimiento que ha tenido la militancia priista en los últimos meses, es decir, desde que asumió la dirigencia.
Y es que el precoz Paul, desde su llegada al liderato, descargó sus responsabilidades en la “vitalicia” secretaria general, para darse la oportunidad de salir en la foto, de entrarle a la élite, de hacer sociales y migas con esa clase política municipal que hasta el día de hoy le ve con desprecio y repugnancia, porque no es del agrado de nadie en esa demarcación municipal.
El trabajo de campo y los recorridos por comunidades, son temas secundarios para el soñado aprendiz de político, y eso arrojará malas cuentas para su partido en al proceso electoral que ya empezó a asomar sus primeras luces desde inicios de este 2015, con miras a renovar a los inquilinos de la Cámara Baja de San Lázaro.
No hay que pasar por alto que, con las nuevas reglas establecidas en la reforma a las leyes electorales a través del Instituto Nacional Electoral (INE), los partidos políticos deberán medir fuerzas con un trabajo de campo (valga la redundancia), con mayor cercanía hacia el concierto social, hacia la militancia, hacia los votantes.
Y aquí será donde la oposición sin duda dará grandes dolores de cabeza al Revolucionario Institucional de Bacalar. Primero porque desde tiempo atrás el PT no ha quitado el dedo del renglón para incrementar su número de simpatizantes, y segundo porque la virtual candidata del PRI por el Distrito 02, Arlet Mólgora Glover, no goza de las simpatías necesarias como para arrasar en esa demarcación municipal.
Un cúmulo de malas cuentas, eso será lo que Paul Romero Gómez entregará a la hora del momento culminante del proceso gracias a su pasiva estancia en la dirigencia del PRI Bacalar, y sólo un milagro podrá revertir lo que se anticipa en ese municipio.
Caso similar es la actuación encabezada por Oneyda Cuxim Irigoyen, con la marcada diferencia que ella trabaja para sus proyectos personales aprovechando la dejadez del “presidente patito”. La consentida de las élites tricolores del municipio no ha dejado pasar la oportunidad que el mismo Paul le puso en charola de plata con su inoperancia, con su rebosante ineptitud.
Con un poco más de tramo recorrido, en ese terreno que leguas se ve que Romero Gómez desconoce, la astuta damita se mueve como pez en el agua fortaleciendo sus aspiraciones, abonando no así a las causas comunes del tricolor, sino a lo que dictan sus intereses; generando encono y fracturas entre los grupos que conforman las huestes de dicho instituto político en el décimo municipio de Quintana Roo.
Ambicioso sería mencionar que a Paul Romero Gómez, el control del PRI y la militancia se le salió de las manos porque jamás lo ha tenido, porque jamás ha tenido siquiera la intención de trabajar para engrosar la estructura votante de su partido, porque simple y sencillamente no tiene las capacidades, ni mucho menos la intención; lo suyo es “hacer carrera” y ganarse una lanita.
No obstante, poco puede esperarse de un dirigente como Paul, que habla de las pugnas al interior del partido como algo natural, como si el factor de la unidad fuera tema sin importancia al interior de un instituto del grueso que representa el Revolucionario Institucional, como si los milagritos del santo al que le reza llenaran las urnas.
De seguir así las cosas, en este proceso electoral el PRI Bacalar seguirá haciéndoles la chamba a sus adversarios, seguirá abonando al fortalecimiento de la oposición.