Por Salvador Pérez Hernández.
Bacalar. Apenas comienzan las campañas y la efervescencia política sube la temperatura en los ánimos del pueblo bacalarense; con expresiones en todos los tonos, que van desde los comentarios jocosos a la palabrería altisonante, así al dialogar con la gente de pueblo, quienes de buenas a primeras te expresan que chingue su mandarina tal o cual candidato, y un usted disculpe pero ese tal por cual no se va liso, con un lenguaje coloquial que difiere del usado en lenguaje cotidiano de las redes sociales, pues a cual más pone toda la carne al asador al afirmar con orgullo y esperanza que su gallo será el próximo gobernador de Quintana Roo.
En lo que si coincide el campesinado bacalarense es la afirmación de que el destino del estado de Quintana Roo está en juego, por un lado están quienes afirman que un cambio es indispensable, al afirmar que la alternancia le daría respiro a una sociedad, a la que han vulnerado sus derechos humanos más elementales, como la libertad de expresión; que incluye el derecho a una información veraz, atención gubernamental a los problemas de todos los sectores sociales, incluyendo al de la gente del campo, por otro lado están quienes apuestan por el Statu Quo, afirmando que el estado va por buen camino, con un crecimiento gradual; tanto de infraestructura como una mejor seguridad, comparada con la de otros estados, un crecimiento económico sostenible y una mayor conciencia ciudadana del cuidado del medio ambiente.
Para muchos quintanarroenses esta elección representa un parteaguas, ya que se abre a una participación democrática intensa, similar a la llamada “Primavera Árabe” en la que cayeron regímenes aparentemente inamovibles, participación intensa porque en la que toda la población bacalarense habla; a favor de “su candidato” y muchos luchan por desacreditar al candidato que consideran contrario, llenándolo de descalificativos e improperios, ensalzando la “supuestas virtudes” de su gallo; de quien aseguran llevará a Quintana Roo a una época dorada, en que abundará la comida, habrá luz por todas partes, será una tierra fértil y todos vivirán en paz.
Pero volviendo a la realidad, los candidatos se verán tentados a hacer todo tipo de promesas, más sin embargo una vez el triunfador sea ungido como Gobernador del estado, se caerá nuevamente en el mutismo gubernamental y los ciudadanos volverán a su silencio, sin valorar el papel de la participación ciudadana en la rendición de cuentas, razón por la que en Quintana Roo tenemos una Democracia incompleta, ya que la mayoría de los ciudadanos cree a pie juntillas que su única obligación es verter su opinión durante los dos meses que duran las campañas electorales, para participar en este ejercicio poco democrático cada seis años.
Se concluye que el candidato que logre obtener mayor apoyo ciudadano, tendrá una amplia legitimidad, que le permitirá ejercer un gobierno cercano al pueblo, pues de acuerdo a la efervescencia política actual, esta será una elección en la que el electorado se volcará a las urnas y posiblemente se supere el 50% de participación del padrón electoral, pasando a ser un estado con amplia vocación democrática, sin embargo en esta participación electoral, la ciudadanía no cumple a carta cabal con su papel dentro de la vida democrática, pues hace falta mayor participación ciudadana que obligue a los gobernantes a incluir la participación en los procesos de toma de decisiones a los organismos civiles no gubernamentales.