*Un segundo trabajador de CGC presenta síntomas
Haidé Serrano Soto dejó como legado una estela de negligencia criminal en las oficinas de la Coordinación General de Comunicación al provocar un brote de coronavirus entre los trabajadores quienes temen ahora que el contagio se haya extendido a sus familias.
La muerte de una de las dos secretarias personales de la ex vocera de Carlos Joaquín, cuando por sus propios medios desesperada corría en un taxi para tratar de llegar al Hospital General por ayuda médica, puso al descubierto el abuso laboral del que fueron objeto los empleados de la CGC.
Haidé Serrano los obligó a presentarse a las oficinas de la coordinación a pesar de la cuarentena instruida por el gobernador Carlos Joaquín y fue así como los expuso a todos al contagio del coronavirus.
Un segundo trabajador de la CGC presentó ya síntomas y ahora sí fue enviado a su casa. Ese privilegio no lo tuvo la secretaria ahora fallecida, quién había sido obligada a ir a trabajar pese a que se sentía mal, exponiendo así al contagio a sus compañeros de trabajo.
Haidé Serrano sabía que su secretaria se sentía mal desde hacía dos semanas y aun así la obligó a seguir trabajando y no le proporcionó ninguna ayuda para su rápida atención médica.
El miedo reina ahora en la coordinación pues no se ha seguido ningún protocolo de prevención o sanitización tras la muerte de la secretaria del despacho de la ex coordinadora, tampoco se han instruido pruebas rápidas para el personal que teme haber contagiado también a sus hijos y familiares.
La única preocupación de Haidé Serrano tras enterarse de la muerte de quien le llevaba sus más íntimos asuntos y pagos domésticos, es esconder la verdad y para ello está soltando dinero con tal de que oculten que su secretaria murió a consecuencia de contagiarse del coronavirus.
Haidé Serrano expuso al personal al contagio del coronavirus a sabiendas, en el más vil de los ejemplos de negligencia criminal en la administración pública de Carlos Joaquín.
Incumplió el más sagrado de los deberes, el de cuidar de sus colaboradores; esa bajeza lo cometió consciente del peligro en el que puso a los trabajadores con el daño potencial y el riesgo real de muerte que sabía les podía causar, pero no le importó.
Haidé Serrano a quién le preocupa más que la pongan en una diputación plurinominal o le den la Dirección General del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social, está desesperada y moviendo cielo, mar y tierra con tal de que no se diga que murió contagiada de covid.
Haidé Serrano intenta lavarse las manos y sigue usando a su secretaria fallecida, no sólo para enlodar su memoria mintiendo, lo que pone en peligro a la familia y amigos de la joven, además de las personas con las que tuvo contacto laboral o coloquial, sino también para escudarse en ese deceso con tal de no entregar el despacho al que se aferra con uñas y colmillos.
Serrano Soto sigue sujeta con las garras al que aún siente que es su despacho, tiene ahí a su perro faldero, José María Tinoco Noriega quien está borrando lo más rápido que puede los rastros de la corrupción que los dos encabezaron, Haidé afirma que ella sola se está haciendo cargo de todos los trámites funerarios de la joven y se colocó una careta de duelo que todos en la oficina de la coordinación saben que es hipócrita y falso, cual asesino que vela a quien con su negligencia mató.