Por Mario Castillo Rodríguez
José María Morelos.-Luego de que décadas atrás fuera una de las principales industrias generadoras de empleos y capital, la maderería de José María Morelos hoy se encuentra en las garras del abandono y el olvido. Solo montones de madera de desecho y maquinaria oxidada son el recuerdo de la decaída industria maderera.
Muestra de esto, son los aserraderos que pertenecieron a la familia Rodríguez, y que hoy solo son ruinas de aquello que fue el sostén de cientos de personas que se dedicaban al corte dentro del monte, la transportación, y su industrialización al interior de éstos.
Según versionas de antiguos pobladores del entonces kilómetro 50, como el caso de Silverio Blanco, durante la década de 1950 la familia Rodríguez llegó de Kantunilkin comandada por Humberto, para fundar el primer aserradero de la región en el que trabajaban alrededor de 20 empleados de manera directa, además de cortadores y transportistas de las maderas preciosas que en él se industrializaban.
Platica “Don Sil”, que cerca de 1970 el hijo mayor de Humberto Rodríguez –Omar-, decide ampliar el mercado tras la muerte de su padre, haciendo un macro aserradero que trabajaba todo tipo de maderas e incluso por ahí de los años 80’s empezaron a fabricar el famoso triplay, mismo que era de difícil acceso para las familias en aquellos tiempos por su cotizado precio.
Lamentablemente –explica el entrevistado-, fue el segundo de los hijo de don Humberto (Omar) quien posteriormente toma las riendas de aquel gran aserradero que abarcaba más de tres cuadras a la entrada de la hoy ciudad de José María Morelos, para años más tarde llevarlo a la quiebra total.
“Era un gran imperio maderero, mucha gente trabajaba y eran más de 100 los que dependían económicamente junto con sus familias de él. Omar Rodríguez –hijo- no supo administrarlo y derrochaba a manos llenas las ganancias, y por muy prominente que era el negocio sucumbió ante los excesos”, cuenta Don Sil.
Esta quiebra ocasionó que más de 50 personas fueron retiradas sin ser liquidadas, generando una serie de conflictos que poco a poco fueron opacando al sector, dejándolo en lo que hoy solo son las ruinas de la maderería en José María Morelos, ya que los altos costos de la madera y su industrialización impiden también que éste vuelva a la vida como en aquellos sus años dorados.
Cabe señalar que desde hace más de 10 años, la ciudad morelense carece de un aserradero de tales magnitudes, derivado también de las leyes ambientalistas que año con año limitan el comercio excesivo de las maderas preciosas en aras de su preservación.