Por Sara del Carmen Cardona Gutiérrez, Doctora Neurociencias Educativas.
El mundo ha sufrido cambios profundos en los últimos años, la llegada de la tecnología, la globalización, el incremento del uso de las redes sociales por parte de los adolescentes que bien han venido a facilitarnos mucho las cosas también han creado una nueva generación de seres humanos egoístas.
En la actualidad la sociedad enfrenta una crisis de valores que está provocando una serie de síntomas donde la violencia y los conflictos son los actores principales.
La educación, a través de la escuela debe ser una herramienta que nos ayude a erradicar esta situación y fomentar mediante sus programas acciones que nos permitan reeducar a la sociedad.
De acuerdo con (Martínez – Otero, 2011) La empatía es el reconocimiento cognitivo y afectivo del estado de ánimo de una persona por parte de otra. Supone comprensión profunda, intelectual y emocional, de la situación vital del otro.
Algunos autores describen la empatía como un valor, algunos otros como una habilidad que se va construyendo y entrenando. Sin embargo, la empatía impacta de gran manera dentro de las relaciones humanas, y se presenta en distintos ámbitos como: la familia, la escuela, el trabajo.
Desde una perspectiva práctica, la empatía reclama cada vez más atención. No en vano, la empatía puede ser relevante en aspectos tales como el trabajo en equipo, el trato que se dispensa a las personas y hasta en el rendimiento laboral. (Martínez – Otero, 2011)
De acuerdo con (Fernández, López, & Márquez, 2008) La primera vez que se usó formalmente el término empatía fue en el siglo XVIII, refiriéndose a él Robert Vischer (citado en Davis, 1996) con el término alemán “Einfülung”, que se traduciría como “sentirse dentro de”. No fue hasta 1909 cuando Titchener (citado en Davis, 1996) acuñó el término “empatía” tal y como se conoce actualmente, valiéndose de la etimología griega εµπάθεια (cualidad de sentirse dentro). Ya con anterioridad, algunos filósofos y pensadores como Leibniz y Rousseau (citado en Wispé, 1986) habían señalado la necesidad de ponerse en el lugar del otro para ser buenos ciudadanos.
Una experiencia fundamental para que un ambiente de aprendizaje dé buenos resultados es la relación entre el alumno y el docente, así como la forma en que éste utilice todas las herramientas que tiene a su alcance. Por lo tanto, dichos ambientes deben promover un clima de confianza, estimular las actividades del pensamiento y por supuesto promover la empatía para que surta un efecto favorable en el aprendizaje de los alumnos.
Una manera de ayudar a que la educación siga siendo la respuesta pedagógica estratégica para dotar a los estudiantes de herramientas intelectuales que les permitirán adaptarse a las incesantes transformaciones del mundo laboral y a la expansión del conocimiento, es, promover que los docentes apliquen estrategias de enseñanza que permitan el desarrollo de la empatía.
Muchas de las problemáticas de la educación básica se deben a la falta de uso de estrategias de enseñanza por parte de los docentes. Provocando en numerosas ocasiones que no se logren los aprendizajes esperados y los perfiles de egreso, lo que a su vez provoca deficiencias a largo plazo en las características del ciudadano que se pretende formar.
De acuerdo con los rasgos deseables de los perfiles de egreso de educación básica que marcan los planes y programas de la (Secretaría de Educación Pública, 2011); el alumno, al terminar el nivel Secundaria debe reconocer y valorar distintas prácticas y procesos culturales, contribuir a la convivencia respetuosa, así como asumir la interculturalidad como riqueza y forma de convivencia en la diversidad social, étnica, cultural y lingüística.
Dentro de las Competencias para la Vida que marca la (Secretaría de Educación Pública, 2011) en los Planes de Estudio, necesita desarrollar:
Competencias para la convivencia. Lo que implica relacionarse armónicamente con otros y con la naturaleza; comunicarse con eficacia; trabajar en equipo tomar acuerdos y negociar con otros; crecer con los demás; manejar armónicamente las relaciones personales y emocionales; desarrollar la identidad personal; reconocer y valorar los elementos de la diversidad étnica, cultural y lingüística que caracterizan a nuestro país.
Competencias para la vida en sociedad. Las cuales se refieren a la capacidad para decidir y actuar con juicio crítico frente a los valores y las normas sociales y culturales; proceder en favor de la democracia, la paz, el respeto a la legalidad y a los derechos humanos; participar considerando las formas de trabajo en la sociedad, los gobiernos y las empresas, individuales o colectivas; participar tomando en cuenta las implicaciones sociales del uso de la tecnología; actuar con respeto ante la diversidad sociocultural; combatir la discriminación y el racismo, y manifestar una conciencia de pertenencia a su cultura, a su país y al mundo.
Es decir, los alumnos al terminar su educación secundaria deberían tener la capacidad y habilidad para desarrollar la empatía como una forma de mejorar las relaciones humanas y los docentes somos actores fundamentales para lograr estos propósitos.
Bibliografía
Fernández, I., López, B., & Márquez, M. (Diciembre de 2008). Empatía: Medidas, teorías y aplicaciones en revisión. Anales de Psicología, 284.
Martínez – Otero, P. V. (2011). La Empatía en la Educación: Estudio de una muestra de alumnos universitarios. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 175.
Secretaria de Educación Pública. (2011). Plan de Estudios. México: SEP.