Por Salvador Pérez Hernández
El gran tesoro -por su incomparable belleza- y hábitat de innumerables especies animales autóctonas y muchas otras que han encontrado su ecosistema en sus aguas transparentes, la denominada Laguna de Bacalar se encuentra expuesta al deterioro ambiental debido a la posible contaminación por aguas residuales.
La también conocida turísticamente como la “Laguna de los siete colores” es parte medular de un sistema Lagunar compuesto por lagunas, ríos temporales y permanentes que le sirven tanto de afluentes como desagüe hacia la Bahía de Chetumal, siendo la mayor presencia de aguas superficiales del municipio de Bacalar, lo que motivó la creación de la “Cuenca Hidrológica de Bacalar” que tiene por objeto la operación, conservación y aprovechamiento sustentable de ésta.
Este importante sistema lagunar, a decir por las quejas de numerosos habitantes de esa ciudad, probablemente esté siendo contaminado por aguas residuales; por efecto del desborde atípico que ha sufrido la Laguna los últimos años y por probables filtraciones al manto freático causado por una planeación deficiente de la ciudad y el deterioro, ocasionado por los años, de la tubería, sumado a que el Cárcamo de Aguas Negras de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) que está ubicado dentro de los terrenos del Parque Ecológico, se encuentra visiblemente deteriorada y abandonado.
A decir de los locales; “éste Cárcamo de Aguas Residuales, tiene la función de bombear estas aguas negras, provenientes de la zona central de la ciudad hacía la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, sin embargo cuando llueve mucho y aumenta el nivel de la Laguna, este ha llegado a rebasar el nivel de éste cárcamo, con lo que las aguas negras se mezclan con el agua de La Laguna, además es posible que se realicen filtraciones continuas de éstas aguas hacía el cuerpo lagunar, como lo evidencia el fétido olor a la orilla de esta reserva ecológica”, donde anidan gran cantidad y diversidad de especies de aves.
La ciudad de Bacalar es relativamente nueva, pasando súbitamente de ser, literalmente un caserío, a una ciudad en vertiginoso desarrollo, lo que ocasionó deficiencias en la planeación de las obras públicas; como es el alcantarillado y la tubería para drenar las aguas pluviales, mismas que fueron diseñadas hace treinta años para una pequeña ciudad, cuyo deterioro; causado por el tiempo, provocan filtraciones de aguas contaminadas por heces al manto freático, que en un determinado momento van a dar a la Laguna de los “Siete Colores”.
A pesar de que la ciudad de Bacalar se encuentra en un nivel de elevación que debería evitar el rebose de agua negras como el que se da continuamente en la ciudad de Chetumal, durante las lluvias es posible ver en las principales avenidas como el agua es expulsada de las tubería hacía la superficie, lo que evidencia graves fallas en el sistema de drenaje y alcantarillado que al escurrir hacía la parte baja de la ciudad, ponen en grave riesgo el frágil equilibrio ecológico de la Laguna, ya que a la larga podrían acabar con la belleza e inocuidad del líquido que conforma La Laguna, la que es fuente de la admiración de propios y extranjeros y hábitat de numerosas especies.
No obstante que se aplaude el atino de las autoridades al integrarse como la “Cuenca Hidrológica de Bacalar” y el que se haya propuesto como sitio RAMSAR; al Corredor Transversal Costero Bacalar – Bahía Chetumal como Humedal de importancia Internacional, y el reconocimiento Blue Flag para la Playa denominada “El Aserradero”, acciones que evidentemente se encaminan hacia el aprovechamiento sustentable de la Laguna y mostrar internacionalmente a Bacalar con etiqueta verde; especialmente como un “hábitat de Aves Acuáticas”.
Es necesario observar la contaminación y proceso de degradación de otras áreas naturales protegidas, como son la Bahía de Chetumal; “Santuario del Manatí”, que a pesar de los esfuerzos, poco ha logrado para la preservación del manatí debido a la degradación ambiental de la bahía, y en la que mucho han influido tanto las descargas directas de aguas residuales sin tratamiento como escurrimiento a la bahía; de aguas residuales de la zona industrial, del Ingenio azucarero, ubicado a un costado del Rio Hondo.
Se concluye que el tratamiento puntual de las aguas negras, antes de ser vertidas en La Laguna de Bacalar, es un asunto de suma importancia para la preservación del medio ambiente, pues de ello depende el cuidado tanto de las más de 600 especies flora y fauna de animales vertebrados, así como la limpieza del agua que le permite reflejar sus emblemáticos siete colores.