Por Salvador Pérez Hernández.
Efecto Mariposa
En el festejo del 43 aniversario de Quintana Roo como estado libre y soberano, a pesar de la inseguridad y de los buenos resultados en ésta materia por parte del gobierno de Carlos Joaquín, y del enorme desarrollo del potencial turístico que ha tenido este estado, en el centro del debate político debería prevalecer la lucha que un grupo de ciudadanos de Bacalar levantan con la finalidad de declarar la Laguna de Bacalar como Área Natural Protegida (ANP).
Grandes civilizaciones como la representada por el Imperio romano, y la civilización Maya, deberían servirnos de ejemplo, ya que el pueblo quintanarroense vive en el espacio que dejaron lo mayas al desaparecer, por una sobre explotación de los recursos naturales, acabando con la selva y la fuente de alimentos, y a pesar de su desarrollo intelectual con conocimientos astronómicos, matemáticos y de ingeniería, al agotar los recursos alimenticios, colapsaron por inanición, del mismo modo que el gran Imperio Romano, que no pudo subsistir sin alimentos, recuerdo que debería estar presente en la mente de quienes elaboran las políticas públicas quintanarroenses.
No obstante de que quienes ostentan la titularidad ejidal de la tierra se oponen férreamente, pues en el fondo saben que perderían la posibilidad de obtener riquezas en el corto plazo, sin embargo se estarían sumando a favor de aminorar el grave impacto que está sufriendo el ecosistema lagunar y las áreas naturales de influencia, dejando un legado de belleza y fuentes de agua limpia a esta y las siguientes generaciones.
La Laguna de Bacalar se une al Río Hondo a través del Río, Estero Chac, mismo que se encuentra muy cerca de la Laguna Huay Pix, la que presenta evidentes signos de degradación por contaminación, este río aún no se encuentra en las condiciones de contaminación que ya presenta esta Laguna, la que hasta hace poco tiempo presentaba un color cristalino, actualmente tiene un color verdoso como el que exhiben los ríos contaminados por aguas negras, y enmarcada en el mismo sistema de humedales y con señales notorias de degradación se encuentra la laguna conocida como la sabana en Chetumal, la que hace algunos años tenía agua de color cristalino y hoy presenta una coloración turbia, oscura y en algunos puntos con olores nauseabundos.
Los bacalarenses no pueden esperar a que la Laguna presente la contaminación producida por las descargas de aguas negras, contaminación por fosfatos y demás agroquímicos, o por la filtración de metano al manto freático, producido por actividades como la porcicultura, que contribuyen a la acidificación, favoreciendo la eutrofización y proliferación de algas, entre las que se encuentran las microalgas, siendo muchas de ellas tóxicas provocando la pérdida de la calidad cristalina del agua, y con ello el fin de los siete colores y muerte de estromatolitos, que son la fuente de belleza de Bacalar, y origen de sueños cargados de riquezas, de los dueños de las tierras ejidales.
Quintana Roo se había caracterizado por contar con una barrera natural de manglares y selvas costeras que amortiguan la fuerza de los vientos huracanados, sin embargo como efecto del éxito en el desarrollo turístico, se ha deforestado la mayor parte del manglar y selvas costeras de la zona norte del estado, situación análoga está dándose en la Zona Sur del Estado, sin embargo todavía se está a tiempo de hacer algo por las bellezas naturales y patrimonio de los quintanarroenses.
Es claro que el ecosistema de Bacalar no soportará los cinturones de miseria que se traducen en cientos de Regiones marginales de Cancún, los bacalarenses deberían de preguntarse si quieren los modelos de desarrollo de Cancún y Playa del Carmen, o buscar su propio destino, de la mano de un medio ambiente natural sano, conservando la flora, fauna y la pureza de las aguas de su laguna, con un desarrollo sustentable y en armonía con su naturaleza.
Hay que recordar que de la mano de la inmigración masiva, llegan en masa los problemas de sus lugares de origen, pobreza, hacinamiento, inseguridad, brote de nuevas enfermedades y un sin número de males que los gobiernos locales tienen que resolver con recursos locales.