Por Salvador Pérez Hernández
Bacalar.-En un día común en la comunidad, el ganadero hace su faena cotidiana, trabajo al aíre libre, mezcla de agricultura y ganadería, recorrido de potreros, con un ir y venir del interior de la selva a los claros de los pastizales, donde los hallazgos de animales endógenos se vuelven cotidianos; hoy un pavo ocelado, otro día una venada cola blanca preñada, temprano un pequeño armadillo, al rato un águila, frecuentemente los gavilanes y últimamente dos tucanes; que ya estaban extintos en la zona.
Estos encuentros cotidianos con la fauna de la zona, nos hacen reflexionar sobre el papel del ganadero, personaje conocido peyorativamente como “colono”, en la conservación o exterminio de la vida silvestre, y la influencia que este ejerce en los esfuerzos de conservación que realizan diferentes actores para salvar de la extinción al Felidae Jaguar del cual sólo quedan alrededor de 3 mil ejemplares, considerado por el ganadero como un enemigo natural, y ancestralmente conocido por los habitantes primigenios mayas como el Balam; “el poderoso Dios Jaguar” o Ek Balam; “el Jaguar Negro” (Panthera).
No queda más que lamentar la actitud asumida por la mayoría de la población quintanarroense, que sin un dejo de culpabilidad compran la carne, en un acto en el que sacrifican la vida silvestre, condenando a la extinción, ya que en la comunidad en la que se escribe y hechos observados en las comunidades de Felipe Carrillo Puerto, Othón P. Blanco y Bacalar, el campesino extermina toda clase de animales, casi siempre por el simple hecho de sentir placer, sin ánimo de comer la caza para la subsistencia, olvidando que animales, como el Jaguar; el cual es considerado una figura sagrada que pertenece a otro espacio y mundo, que no es controlado por el hombre, el Jaguar representa lo que está afuera, en otro espacio y se le sigue viendo como el señor de los animales”.
Es lamentable que una no se respete la vida silvestre, y a pesar de haber entre el campesinado gente interesada en la conservación ambiental, que evitan matar a los animales del monte, una gran mayoría no respeta la vida animal silvestre y con tristeza se ha observado, cómo se dispara contra águilas negras, sin un fin aparente, ya que se sacrifican y abandonan en el campo, del mismo modo que se mata a gavilanes, y más lamentable es caso del tucán verde y amarillo; hoy extinto en el sur de Quintana Roo, ya que sólo es posible ver ejemplares más pequeños de color negro, introducido por organizaciones de cuidado al medio ambiente.
Otro animal emblemático de Quintana Roo es el hermoso Pavo Ocelado, familiar del Pavo Real, cuyo hermoso plumaje nada queda a deber a su pariente Real, el cual es un animal muy manso, y que en temporada de celo hace mucho ruido y es fácil de encontrar, y cuando es detectado por los cazadores y campesinos, estos matan a toda la parvada, ya que de dejar alguno, otros cazadores se lo comerán.
Para finalizar dedicaremos unas palabras a la inutilidad de Instituciones de cuidados ambientales como la PROFEPA (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente) y la SEMARNAT (Secretaría de Marina y Recursos Naturales), que no cuentan con ningún programa o procedimiento efectivo para proteger a las especies, situación empeorada por la idiosincrasia del campesino mexicano, acorde al pensamiento depredador de nuestra época, sin ver que de cuidar estas especies la recompensa sería inmensamente mayor.