Para los que criticaban su forma de hacer política, de imponer su liderazgo por medio de presiones propias de un mandatario y de manejar de manera personal todos los hilos del quehacer cotidiano de Quintana Roo, hoy deben callar y bajar, por dignidad, su cabeza ante el Gobernador, Roberto Borge Angulo, quien demostró cómo aplicar una estrategia efectiva para ganar una elección que se antojaba difícil.
La experiencia del año pasado (cuando dejó que otras figuras políticas de antaño tomaran el timón de la elección presidencial, senadurías y diputaciones federales) fue de mucha utilidad para Beto, quien ahora impuso condiciones, adoptó formas y emprendió programas y proyectos con personas de su confianza para revertir su primera dolorosa derrota del 2 de julio del 2012.
Y así como ha sorprendido a propios y extraños con sus actos como gobernador de Quintana Roo, Beto Borge hace lo propio ahora como capitán de la nave tricolor, donde a pesar de ceder espacios a los grupos políticos supo, de manera conjunta con la dirigencia estatal, colocar a sus mejores hombres y mujeres a la contienda intermedia, a esta que ocurrió el domingo pasado y a la cual en el argot político se le llama “elección de consolidación”.
El por qué ese calificativo? Simple y sencillamente porque es en esta elección cuando se ve el verdadero poder del Gobernador en turno y de los resultados obtenidos –los cuales fueron más que excelentes- se mide la popularidad, aceptación y fuerza del mandatario estatal.
Hoy, ahora, Beto Borge puede decir ¡Misión Cumplida! Ahora puede buscar reflectores en el ámbito nacional porque ha dejado plasmado que tiene tablas para ser considerado parte de la elite política.
Ahora más que nunca demostró que no requiere “apoyos externos” o de apoyos de líderes morales en franca decadencia, como la dizque política que hace tres años antes de tomar protesta, le dijo: “Para ti no soy betito, soy tu señor Gobernador”.
De igual forma, el proceso electoral sirve a Beto Borge para deshacerse de personajes de dudosa reputación, bajarlos de la administración pública y exhibirlos como lo son, unos verdaderos “vividores” del sistema.
Ahora los chantajes, amagues y amenazas, que a diario hacen los dizque grupos políticos de Chetumal hacia la figura de Beto Borge tendrán que esperar mejores tiempos, porque los resultados de estas elecciones dejaron constancia que no respaldan el proyecto del actual mandatario, se quedaron en limbo de anteriores administraciones estatales.
Entonces, el domingo pasado culminó otro periodo político en la corta vida política de Quintana Roo y surge uno nuevo, el de Beto Borge, quien tiene tres años para sentar las bases para construir y consolidar su proyecto que seguramente será encabezado por la nuevas generaciones de quintanarroenses.