*Nulo trabajo legislativo en materia ecológica y ambientalista para acabar con este problema
*El diputado Remberto Estrada Barba calienta silla sin devengar oneroso salario al igual que su pareja legislativa, el diputado Pablo Fernández Lemmer Meyer.
Por Mario Castillo Rodríguez
Chetumal.- Uno de los problemas ambientales y de tipo social que nadie ha tomado en cuenta, son las toneladas de chatarra en que se convirtieron automotores que quedaron abandonados por sus dueños en los corralones, incluso en aquellos que hoy en día ya no están en función.
Lamentable es que las políticas ambientalistas no se apliquen en estos casos ya que este sin número de toneladas de desecho bien podrían salir a remate como tal, y obtener ganancias para el estado, mismas que tendrían uso por ejemplo para más obra pública o de tipo social.
Y es que debido a sus condiciones y naturaleza, esta chatarra que hoy rebosa en los corralones –estatales, municipales y privados-, ésta conformada por auto partes obsoletas, fierro viejo, vehículos quemados o siniestrados, misma que es considerada como “bienes mostrencos”, concepto que define a todos aquellos bienes abandonados o deshabitados que no tienen un dueño y que por ende bien podría comercializarse para dar vida útil al recurso económico que esto genere.
Asimismo, no hay que pasar por alto que esta chatarra es un enorme foco rojo, ya que representa un enorme atractivo para el mosquito transmisor del dengue, plagas, roedores y toda aquella fauna nociva para el ser humano; sin pasar por alto la facilidad de ser refugio y escondite de mal vivientes puesto que los que ya no están en uso frecuente carecen de una vigilancia adecuada.
Esto no es caso particular de la capital puesto que en todos y cada uno de los municipios existen este tipo de nocivos asentamientos que incluso pertenecen a dependencias federales como la SCT, donde por años permanecen vehículos y maquinarias averiadas, que hoy no son más que toneladas de chatarra, y que representan un grave impacto al medio ambiente dado su alto nivel de corrosión y lubricantes que permanecen aún en muchos de estos.
Nulo trabajo legislativo en materia ecológica y ambientalista
No obstante, el trabajo legislativo en la materia ha quedado mucho a deber ya que son nulas las reglamentaciones e iniciativas que se han puesto en marcha para actuar en pro de la ecología y el medio ambiente.
Aquí el papel que ha jugado el diputado y presidente del Partido Verde Ecologista en Quintana Roo, Remberto Estrada Barba, es por demás deprimente y deplorable ya que su función no ha sido la de un defensor de las políticas ambientales, sino la de un “junior” calienta silla y en busca de escalar peldaños que le lleven a mejores posturas políticas, poniendo el factor “verde y ecologista” como moneda de cambio.
Queda claro que siendo hijo de un acaudalado empresario transportista, Estrada Barba lleva ya cerca de 12 meses cobrando su jugosa tajada en el Congreso del Estado sin iniciativa alguna que hable de un verdadero trabajo en pro de la materia que representa. Eso de la “ley anti animales en los circos” solo fue un verdadero circo del novel político, un refrito de acciones que ya se habían puesto en marcha en otras entidades y países, y con la que el aprendiz de ecologista se paró el cuello para no pasar desapercibido. Ni que decir de su pareja legislativa el diputado Pablo Fernández Lemmer Meyer, otro parásito del erario público.
Es apremiante que al interior del Poder Legislativo surjan leyes adecuadas para la desincorporación de propiedad de este tipo de vehículos (bienes mostrencos) que se encuentran en su mayoría dentro de corralones concesionados a la iniciativa privada, y que en conjunto con los entes de gobierno bien podrían servir como vía de entrada de recursos adicionales a las arcas públicas.
Faltará ver también la postura de dependencias como la propia Secretaría de Salud y la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente, para saber que cartas ya han tomado en el asunto, si es que por algún momento han dirigido la mirada a este cáncer de tipo social que nos aqueja a todos los quintanarroenses por igual.