Por Malix pek
El 3 de septiembre rindió protesta como diputado de la XVI Legislatura, gracias a una negociación de su jefe Carlos Joaquín. 10 meses después, el legislador, sólo ha participado cuatro veces; ¿Iniciativas de ley? Cero; ¿productividad? Cero.
Hablamos de Pedro Enrique Pérez Díaz, el legislador priista, vestido de color azul y disfrazado de amarillo; el mismo, que como en la época medieval, pretende heredar el reinado que actualmente tiene su esposa, Sofía Alcocer, el Ayuntamiento José María Morelos.
A Pérez Díaz se le recuerda en la época de oro priista, rindiéndole tributo y pleitesía a los máximos líderes cuando visitaban José María Morelos.
Fue uno de los priistas premiado con la presidencia municipal de José María Morelos en 2005 cuando su amigo Félix González Canto asumió la gubernatura de Quintan Roo.
Tanto le debía Pedro Pérez Díaz a Félix González Canto que incluso le puso el teatro de la cabecera municipal, el nombre de la esposa del ex gobernador que saqueó a Quintana Roo con más de 10 millones de pesos: “Narcedalia Martín de González”.
En José María Morelos, todo mundo conoce esa historia. Pueblo chico, infierno grande. Todos saben de qué pie cojea uno, y el otro también.
Y en el caso de Pedro Pérez Díaz, tras todas las retribuciones, concesiones, prebendas y pírricos como turbulentos negocios, el amor se acabó cuando el hijo político de Félix González, Roberto Borge, se aferró y mandó al carajo a Carlos Joaquín para imponer como su sucesor a Mauricio Góngora.
Pedro Pérez, el 12 de febrero de 2016 renunció al partido donde amasó fortuna, el PRI. En primera instancia se enlistó en el PES y empezó a mover con esa fortuna producto de sus años en el tricolor, a quienes podía llevar a comilonas para mostrar el “músculo político”.
Entonces Carlos Joaquín le envió a las sirenas y el hoy diputado, se puso el chaleco azul y se enlistó al besamano de su nuevo Tatich.
Sin embargo, el antiborgismo, se acabó cuando Carlos Joaquín defraudó a los quintanarroenses para llenar la administración pública de fuereños. Y su “popularidad” aplastantemente se estrelló contra el piso.
Para salvar la honra y tranquilizar las aguas, algunos locales fueron premiados. Entre ellos estaba Pedro Pérez Díaz, nombrado titular de Agricultura.
Sintiéndose entre los elegidos, y cercanos a Dios, Pedro Pérez se lanzó al ataque y logró acomodar a su esposa como candidata y el mismo se disfrazó de perredista para ser candidato a diputado.
Pero, la ambición de poder es aún más grande, y por ello, está aferrado a ser presidente municipal por segunda ocasión, esa meta que en 2016 no pudo lograr después de haber invertido mucho dinero.
No contaba con que su esposa no estaría a la altura de las expectativas.
Con un gobierno municipal envuelto en una serie de problemas especialmente de inseguridad que ha sido el reclamo de los morelenses, además del abandono a comunidades y el reparto de prebendas entre amigos y fieles lacayos que le sirvieron para llegar a la presidencia municipal, a Sofía Alcocer no le ha ido muy bien.
La gota que derramó el vaso, fue el asalto a la gasolinera de su propio esposo, el ahora diputado, el de las cuatro intervenciones y cero productividad en 10 meses, Pedro Pérez Díaz.
Y en un intento de tapar el sol con un dedo, el flamante diputado intentó armar todo un cuento chino para decir que no, no fue un asalto, sino, un “simulacro” que desde sus propias palabras, “salió como había planeado”. ¡Órale!
¿Cree Pedro Pérez que con este cuento chino va a ocultar la ineficiencia del trabajo de Sofía Alcocer al frente del Ayuntamiento José María Morelos?.
Apenas hace unas semanas, el presidente de la Fundación Yantra, Alexander González la llamó parásita tlacuache y seudopresidente pues en un intento que nadie ingrese a lo que Pedro Pérez Díaz y Sofía Alcocer consideran su coto de poder feudal, intentaron evitar que llegara ayuda humanitaria (alimentaria) a las comunidades que ellos no atienden.
En otro episodio en plena contingencia por COVID-19, Sofía Alcocer fue acusada de corrupción al regalar paquetes de vivienda básica a sus personeros, amigos y allegados cómo pago el apoyo que recibió en campaña rumbo a la presidencia municipal.
Estos yerros han intentado ser compensados por Pedro Pérez para evitar un tropezón en su camino rumbo a la presidencia, que pretende heredar cual señor feudal de manos de su esposa.
En las últimas semanas se le ha visto en las distintas comunidades, repartiendo junto con personeros, despensas, utensilios de trabajo agrícola y dinero en efectivo, aprovechándose de la necesidad de la gente dada la pandemia del coronavirus.
Aprovecharse de los demás en momentos de crisis, como la que se vive hoy en todo México, pero especialmente en las comunidades rurales, no sólo es una ingratitud tremenda, es patético, y sólo lo hace aquel cuya ambición de poder no tiene límites.
Ya lo dijo Gabriel García Márquez, “La ingratitud humana no tiene límites”.
José María Morelos. Junio 2020