Por Mario Castillo Rodríguez
Chetumal.-Cientos de mujeres viven diariamente en condiciones inhumanas en los campos de caña desempeñando triple labor, ya sea atendiendo al esposo y la cocina, a los hijos, y al frente de la siembra o corte de la vara dulce, sin la misma retribución económica de la cual gozan los varones. Cocineras, lavanderas, loncheras, mucamas, madres de familia, sembradoras y cortadoras, son algunas de las labores que ejercen de manera conjunta.
Si bien es cierto que el porcentaje de las mujeres que se desempeñan en este campo laboral difícilmente llega al 2 por ciento, la realidad es que su responsabilidad es mucho mayor comparado con el sexo opuesto, por lo que deben dejar de verse simplemente como las acompañantes del trabajador masculino.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, la doctora Martha García Ortega, antropóloga social e investigadora de tiempo completo del Colegio de la Frontera Sur, Ecosur; señaló que no existe en México, en particular en Quintana Roo, una estadística exacta de cuantas mujeres se desempeñan en el trabajo agrícola como “cañeras”.
Destacó que el igual que los menores de edad, las féminas son vistas solamente como acompañantes y ayudantes de quienes trabajan en las zafras y campos de cultivo cañero, por lo que desafortunadamente no gozan de un salario justo -quizá ni injusto-, carecen de la seguridad social en materia de salud, y habitan en viviendas deplorables que no cuentan con los servicios básicos adecuados, “esto porque no son consideradas como una trabajadora formal”, dijo.
Señaló García Ortega que a esta problemática que va de la mano con la crisis económica que priva en el sector, se suma que el 67 por ciento de quienes se dedican a dicha actividad agrícola en México son contratados de palabra, el 80 % viven en asentamientos deficientes y el 85 por ciento no tiene acceso a los servicios de salud, por lo que las garantías y derechos son prácticamente nulos para aquellos que están en campos de caña, sobre todo para las mujeres que cada vez más se van sumando a ese trabajo.
Lamento la investigadora de Ecosur que de igual manera, por su naturaleza humana, las mujeres son susceptibles todos los días a ser objeto de agresiones sexuales por parte de los varones que les superan en números, y en la gran mayoría de los casos éstas callan por temor a ser incluso golpeadas o asesinadas.
Por esta razón, aseguró la doctora Martha García que Ecosur trabaja en la elaboración de un proyecto de “Recomendación de políticas públicas para orientar la acción institucional hacia el mejoramiento de las condiciones de trabajo y asentamiento de los jornaleros agrícolas de la industria azucarera”, mismo que será presentado ante las autoridades involucradas -principalmente la Secretaría del Trabajo-, antes de que concluya este año.
“No hay nadie que vigile si se están cumpliendo los derechos laborales o si existen las condiciones dignas en los campos para que los jornaleros puedan hacerse acompañar de sus familias, en el caso de trabajadores migrantes provenientes de otras entidades, y que representan el 40 por ciento de la planta laboral del Ingenio San Rafael de Pucté, en Quintana Roo”, acentuó.