Por Malixpek
En política se puede esperar de todo, especialmente en la política del patio, en la que no se respetan reglas, no hay honor y se dan todos contra todos. Eso se puede entender, porque alcanzar el liderazgo y mantenerlo, requiere tomar decisiones que como benefician a una mayoría, también crean animadversión, resentimientos y odio de la parte opuesta.
El odio, el resentimiento, la descalificación, los embates mediáticos, son entendibles como una estrategia del adversario político, pero no de quien forma parte de tu equipo, a quien le tendiste la mano, a quien le mataste el hambre, lo llevaste siempre a tu lado como hermano mayor y con figura de padre.
Eduardo Espinosa Abuxapqui se encuentra sumergido en uno de esos casos con su ex director jurídico en el Congreso del Estado, Benjamín Vaca.
Benjamín llegó al equipo de Abuxapqui de la mano de Normando Medina, en aquella primera vez que fue presidente municipal, quizá el mejor de la historia que se le conozca a Othón P. Blanco. A partir de ahí, se coló con Abuxapqui manejando algunos tópicos de la secretaría general del Ayuntamiento, hasta que, logró quedarse como uno de los asesores del entonces presidente municipal.
Al concluir el trienio, Abuxapqui se mudó a la Secretaría de Gobierno del Gobierno del Estado donde no llevó a Benjamín en lo inmediato, pero sí a Normando Medina como subsecretario, quien a la postre, llevaría nuevamente a Vaca hasta las cercanías del entonces Secretario.
Al buscar la diputación federal, con el afán de ayudar a su equipo, Abuxapqui se lleva a la campaña a Benjamín. Mas tarde, al retornar Chetumal y llegar al Congreso, lo premió con la titularidad de una Dirección.
Fue ahí donde Vaca empezó a mostrar el cobre. Generó infinitos problemas, se enfrentó con todo el equipo, pero se le perdonó, incluso, cuando dijo que No iría al Ayuntamiento de vuelta, todo por no dejar el hueso del Congreso, lo mismo que hicieron varios ex colaboradores de Abuxapqui.
Esa fue su primera traición, aún así, en un intento de hacer ver su respaldo, asistió a unas cuantas reuniones de campaña rumbo a la actual administración municipal. Lo que nadie sabía que era su plan para ampliar sus redes.
Cuando se declara el triunfo de Espinosa Abuxapqui, Benjamín Vaca fue el primero en levantar la mano para imponer a Gabriela Mora Castillo, su «novia oficial». Peleó, pataleó y justificó el cargo, porque estaría “en línea” con la Dirección de Proceso Legislativo del Congreso del Estado del cual es titular.
Pese a las presiones políticas externas, Abuxapqui accedió una vez más a los caprichos de su amigo, Benjamín Vaca e hizo directora de Proceso Legislativo Municipal a Gabriela Mora Castillo. Craso error.
Esta dirección es puntal de apoyo de la Secretaría General del Ayuntamiento, es la dirección encargada de la elaboración de las iniciativas de acuerdo, la parte encargada de los detalles técnicos y jurídicos de los temas que se ventilan en el Cabildo.
Pero ¡oh decepción! Gabriela Mora Castillo no conocía la Ley de los Municipios del Estado de Quintana Roo, que sustituyó la Ley Orgánica Municipal en 2004, e impulsada en partes importantes de su contenido precisamente por Eduardo Espinosa Abuxapqui como presidente municipal.
Qué decir del Reglamento Interior del H. Ayuntamiento de Othón P. Blanco. Y si no conoce una ni la otra, ni hablar de las leyes de ingresos, de coordinación fiscal, etc, necesarias para la elaboración de las iniciativas de acuerdo que pasan por el Cabildo.
Gabriela Mora Castillo simple y sencillamente no daba el ancho jurídico, como tampoco daba el ancho administrativo. Eso lo sabía bien Benjamín Vaca, pero le apostó a la aviaduría y al solapamiento de Abuxapqui. No fue así.
En un sistema con estándares de calidad, la competitividad y eficiencia son invaluables, aún siendo hermana del presidente de la Comisión de Derechos Humanos. Y sin que sea o suene a misoginia, Gabriela Mora Castillo estuvo muy lejos de ello. Demasiado.
La gota que derramó el vaso fue un grave error que pudo ser subsanado sobre la marcha. Las convocatorias para la elección de delegados, subdelegados y alcaldes. Ahí mostró y demostró su incompetencia y desconocimiento de las leyes y reglamentos municipales.
Metió en bretes serios a la comuna y se le dijo adiós. Pero esta acción no pudo ser perdonada por su «novio», Benjamín Vaca, y desde el Congreso del Estado, se colgó la armadura caballero para ir al rescate de su dama.
Redactó una denuncia pública y lo distribuyó a los medios de comunicación, en una embestida mediática contra quien fue su mecenas por muchos años. Hasta hoy, no hay denuncia jurídica.
Vaca, cree que con eso doblegará a su ex jefe, otro error. En política quien tiene el poder lo ejerce y en este momento no creo que sea Vaca quien tiene el poder, ni siquiera Enrique Mora Castillo, aún siendo presidente de la CEDH.
Cría cuervos y te sacarán los ojos, o sería Cría Vacas …?