Por Mario Castillo Rodríguez
Chetumal.- Los altos costos por kilo de gas y las pésimas condiciones en la que se encuentran los camiones repartidores y las instalaciones de carga, han convertido a la empresa Zeta Gas en una peligrosa amenaza para los chetumaleños.
Aún y cuando las autoridades encargadas han tratado durante años de regular estas deplorables condiciones, todo parece indicar que tanto esta empresa como su principal competencia en la capital (Tomza) tienen como objetivo ir en contra de las reglas establecidas por Protección Civil.
La empresa en mención, argumenta que la competencia le ha disminuido sus ventas de manera considerable y es por esta razón que se encuentra impedida económicamente para hacer mejoras a sus vehículos e instalaciones, lo cual resulta por demás irónico ya que ellos mantuvieron cautivo el mercado capitalino sin procurar condiciones aptas para el manejo de este producto inflamable.
Y es que siendo en ese entonces los únicos distribuidores locales de este elemento necesario para las actividades domésticas, hicieron de las suyas con los usuarios con la consigna de Herodes: “Lo aceptas o te jodes”. Ni que decir de los choferes repartidores que representan también una amenaza a la sociedad ante su pésima apariencia, ya que al ingresar al domicilio por el tanque captan todo lo existente de valor, y desde luego, a más de uno les gana la malicia de regresar ocultos al amparo de las sombras por lo que no es suyo para comercializarlo después en el bajo mundo de la delincuencia. Aclaro, esto no es en todos los casos, pero por uno pagan todos.
Lo antes expuesto, no es una apreciación personal sino el eco del reclamo social, ya que aún y cuando actualmente existen dos empresas proveedoras de este servicio, ambas han optado por homologar no sólo sus precios sino las malas prácticas de trabajo que hacen de las gaseras capitalinas una latente amenaza.
Una de las inconformidades que mayor eco hicieron, es la falta de renovación de los cilindros; servicio que hasta hace algunos años era útil y visto con buenos ojos, y que hoy no es más que un triste recuerdo en virtud de que al averiarse el tanque, las familias tiene se ven obligadas a adquirir uno nuevo ante la ausencia de compromiso de las gaseras asentadas en la capital de Quintana Roo.
Otro punto importante en el que los capitalinos han acertado con sus demandas, es que desde enero del 2010 se han registrado aumentos consecutivos al precio del kilo de gas limitando el acceso de las familias de escasos recursos al uso del gas doméstico, teniendo que recurrir a la leña o carbón, exponiéndose así a perder sus endebles viviendas por incendios. La crisis económica que llego para quedarse, y los ajustes laborales hechos al interior del gobierno en turno, mucho le han abonado a que cientos de familias tengan que prescindir del gas en sus hogares.
A la fecha, específicamente en este mes de agosto, el kilo de gas cuesta 14.07 pesos, teniendo el cilindro de 20 Kg. un precio de $281.40; $422.10 el de 30 Kg. y $633.15 el de 45 kilos, es decir, por las nubes.
Esto ocasiona que muchos de los usuarios se vean en la necesidad de acudir a las instalaciones de llenado por unos cuantos kilos de este producto al estar imposibilitados de mandarlos con el camión repartidor y pagar el monto completo de un tanque lleno -según sea el tamaño-, exponiendo su integridad física en caso de que se presente alguna fuga en ellas. Instalaciones que han ganado el nombre de “bombas de tiempo” entre la sociedad capitalina.
Y así, mientras los capitalinos continúan a la espera de que las reformas sean una realidad y disminuya el precio del gas como tanto se ha cacareado, seguirán luchando contra la amenaza cotidiana que representa el caro y pésimo servicio de las gaseras en Chetumal.