Por Nicolás Lizama
Ni modo, todo lo que empieza acaba.
Se acerca el momento de empacar maletas y atenerse a la buena de Dios.
Si bien ya todo está pactado y el “preciso” saldrá incólume y debidamente protegido, los demás no tendrán la misma garantía.
Al fin del sexenio alguien tendrá que pagar los platos rotos.
No estaría de más que los señores del primer círculo pusieran sus barbas en remojo.
Bien harían en mirar, aunque sea de reojo, lo que está sucediendo con el peñanietismo, si bien el ex presidente es intocable, los demás están a tiro de piedra.
Poco a poco han ido cayendo sus incondicionales.
Mas les vale a los encumbrados del sexenio no echarse en la hamaca pensando que el fuego no les quemará los aparejos.
Ellos, no entraron en el trato.